Justo hoy hace dos años de la última excursión que el equipo de este pequeño blog realizó. El equipo éramos mi novio Roberto y yo.
Qué mejor manera de despedirme de vosotros que con estas fotografías donde pasamos una jornada de lo más agradable en el Balcón de Alicante.
Cuando uno se aleja de un lugar, o de una persona, comienza a ver su vida con otra perspectiva, porque distanciarnos unos kilómetros o un tiempo, es sano.
Nos limitábamos a compartir fotografías de paisajes, monumentos, lugares con historia. Hoy, por estar de despedida, me saltaré esa norma.
Gracias por acompañarnos en nuestras salidas, por aportar y por enriquecer con vuestros comentarios cada artículo.
Nosotros aprendimos de otros blogs y de gente generosa que compartía información sobre rutas con mucha información. Luego, uno de nosotros elaboraba con todo lujo de detalles, esa excursión con un plan B, o C, por si el lugar no era de nuestro agrado. Creo que el artículo sobre Torremanzanas, es uno de los más visitados, así como los de Novelda, Orito, y otros tantos.
Un barrio de la periferia, cinco niños de unos diez años, comen pipas mientras hablan. Me acerco a ellos. Intuyen que me ocurre algo y me preguntan si estoy bien a la vez que me ofrecen pipas.
Meto la mano en una bolsa pringosa y les sonrío dándoles las gracias.
Les cuento el motivo de estar tan enfadada y triste. A los pocos minutos, me veo haciendo terapia con unos chavales que no van a colegios privados, ni visten con ropa de marca y probablemente no tengan los mejores juguetes del mundo.
Hablamos de peonzas, de rugby y de lo poco que les gusta el fútbol.
Uno se da cuenta de que mi nombre coincide con el de su profesora y dejo de ser yo para convertirme en la "profe". Palabra que repiten como si fuera un mantra y ellos los mejores niños del planeta. Seguro que no es así pero han decido portarse bien.
Uno con pinta de ser el que más quebraderos le da a la maestra me pregunta: ¿Crees en Dios?
Y no sé qué responder...
Otro, el que presume de ser el más alto de todos, me plantea lo siguiente:
-¿Tú sabes lo que es el Big Bang?
- Sí, respondo con los ojos muy abiertos
- Entonces dime, ¿Dios cuándo apareció? ¿Antes o después de la explosión? ¿Quién ha escrito sobre eso?
Yo sólo puedo mirarle y pensar que ojalá en su vida no le condicione el barrio donde ha nacido, o la gente con la que se relaciona.
Le recomiendo que vea alguna serie con el mismo nombre TBBT y al pasar unos días me doy cuenta de que debería haberle recomendado algún programa sobre Ciencia.
En todo caso, los niños brillan y espero que él tenga la suerte de tropezar con alguien que se dé cuenta.
Lo más bonito del mundo no sé si se encuentra en Alicante o en Irlanda. Lo más bonito del mundo lo descubro en una fotografía de hace unos años, de hace unos meses o en la que me acaban de hacer.
Lo más bonito del mundo es apagar los móviles y encender los sentidos. Disfrutar de esos paseos por la playa con amigos que son AMIGOS.
Lo más bonito del mundo es intentar salir a correr, ni siquiera correr. Lo más bonito del mundo es sonreír un poquito, reír un mucho cuando el día no te ha dado permiso pero tú le sacas la lengua.
Lo más bonito del mundo es teclear palabras a una persona querida.
Lo más bonito del mundo eres TÚ. Aquí, en Castalla, en Orito, en lo alto del castillo Santa Bárbara, en mitad de la Explanada. O coronando la Serra Grossa.
Lo más bonito del mundo es que me envíes un mensaje y quieras quedar para charlar durante horas. Pisando arena o en mitad de un parque.
Lo más bonito del mundo es ELLA, ÉL y VOSOTROS.
Lo más bonito del mundo es sentir ese sol que calienta mi pecho mientras escribo frente a la pantalla.
Lo más bonito del mundo es dar ese abrazo que te debía. Labios en forma de media luna sin razón. Lo más bonito del mundo es una montaña sin nombre, una excursión no planeada, la improvisación matutina.
Lo más bonito del mundo es que busques una canción para hacerme feliz y viceversa.
Lo más bonito del mundo es que me encuentres por Google, leas lo que escribo, critiques mis trabajos o te enamore una fotografía. Lo más bonito del mundo es que me preguntes cómo estoy y me escuches.
Lo más bonito del mundo es buscar tu nombre en mi agenda de contactos y respondas.
Lo más bonito del mundo es que te guste como soy y viceversa. Tu amistad incondicional. Que oigas una canción y pienses: "Me acordé de ti", me lo digas y me la envíes. Que compartas esa foto de tu bebé de anuncio. Que me cuentes lo triste que estás y al día siguiente, me digas lo feliz que eres.
Lo más bonito del mundo es que me quieras 'a pesar' de ser un tanto rara/peculiar.
Lo más bonito del mundo es notar ese abrazo ahora que tanto lo necesito sólo con cerrar los ojos. Lo más bonito del mundo es tu recuerdo a pesar de estar a cien años de aquí.
Lo más bonito del mundo es esa mirada que baila a mi lado sin moverse.
Lo más bonito del mundo es tan sencillo y pequeño que si no andas con cuidado, igual lo pisas.
Una, que se había acostumbrado a escapar de la ciudad junto a la compañía del señor R. había bajado la guardia en cuanto a desaparecer un día, dejando bien lejos la ciudad, los quehaceres diarios y una rutina en la que a veces, no encajas.
Por eso, que alguien proponga "salir fuera de Alicante" suena a música. Sobre todo si no hay planes por medio. ¿Un paseo por la playa de San Juan? Bien.
En estas fechas donde una gran mayoría comparte como posesos fotos en lugares exóticos, nosotros apostamos por Altea. ¿Acaso no tiene su encanto? Una vez más, la creatividad y la voluntad puntúa más que el destino final. En Altea, la gente puede dar besos a peces de colores.
UN AMOR IMPOSIBLE
¿Comenzamos?
Tres personas creen que merecen un día para ellos. Ni hay presupuesto ni necesidad de ir hasta Brasil. Tras una caminata por la playa de San Juan donde el sol no respetó nuestra blanca palidez y le sacó la lengua al protector solar, la conversación fue como las buenas piezas musicales, mejorando a cada minuto.
Hablar es sano. Pero hablar con gente sana, más.
Reír libera endorfinas y fulmina pensamientos negativos.
Tras comprender que es un lujo poder ver la playa, un cielo tan azul y sentir un sol tan potente como el de California, llegamos a una conclusión: somos afortunados.
¡UNA DE CALAMARES!
Y 'aplatanados' porque el Lorenzo dijo "aquí estoy yo", alguien sugirió: "¿Y si nos vamos a Altea?" Quién soy yo para decir no. Soy tan secuestrable... como decía un friki de antaño.
Y hacia tierras 'alteanas' nos dirigimos. El silencio invadía el coche. Mucho calor. Supongo que también muchas cosas en las que pensar, pero a medida que nos acercábamos hicimos un pacto de silencio: Redescubrir el pueblo como si fuera la primera vez.
Por el camino atisbé el río Algar con poca agua como es costumbre. Tomar la autopista es lo que tiene, llegas rápido pero el paisaje es limitado. Tiempo al tiempo...
Aparcar pegado a una farola tiene su encanto, el de ponerte a prueba y así, haciendo juegos malabares con mis extremidades pude pisar tierra firme, las primeras risas, no está mal.
Altea, aquí estamos. Por cierto, tengo una historia que comencé hace mil años cuya protagonista se llamaba Altea, una depresiva con humor negro que no hubiera encajado en su pueblo.
SUELO MADE IN ALTEA
Cuando regresas a un lugar donde has paseado, reído y charlado con otras personas, las sensaciones se multiplican. ¿Estoy feliz? ¿Estoy triste? Las calles parecen las mismas, los colores, esas escaleras... hasta que pones el pie en el primer escalón, alguien sugiere hacer una foto y recuerdas que jamás estuviste allí, sólo de paso y no sabes muy bien la razón.
Y entonces esa excursión se convierte en la tuya. Y en las de tus acompañantes, que poco a poco se prestan a mirar todo con una mirada nueva.
¿Estaríamos unas horas, todo el día...? Lo cierto es que Altea se distingue por ser un lugar para tropezar con gente de diversos países, pero también con españoles que han decidido escapar como tú, y respirar ese aire bohemio que envuelve el municipio de la Marina Baja.
Casas blancas, tiendas repletas de arte mezcladas con objetos para el recuerdo y fotos, muchas fotos de parejas, que embelesadas te piden una foto con el Paseo Marítimo de fondo.
PASEO MARÍTIMO DE ALTEA
Mientras comemos, un matrimonio y sus dos hijos que parecen de un país nórdico nos miran, y no de reojo, el hombre parece querer levantarse y unirse a nosotros, que no hacemos nada de especial: terapia de choque, que dijo alguien, con sentido de humor como única medicación. Su semblante es serio y aunque su familia parece de película, la conversación brilla por su ausencia.
Alguien fantasea en voz alta: "Esto es como estar en la Toscana", y nos olvidamos de él, de sus miradas para prestar atención a la Iglesia Nuestra Señora del Consuelo.
NUESTRA SEÑORA DEL CONSUELO
Como es costumbre, me acerco al monumento, leo que es BIC desde 2013 y me quedo con ganas de entrar pero mis acompañantes ya descienden por una de esas callejuelas repletas de tiendas.
El calor da paso a una brisa que hace bajar la temperatura. El teléfono suena, un amigo se une a nosotros desde la distancia. Mientras tanto, alguien decide comer un helado, el ambiente invita a ello.
El descenso es cada vez más pronunciado, revisamos las casas que hemos visto al subir hasta Pueblo Antiguo, donde hemos comido y disfrutado de unas vistas de película. Tras un millón de fotografías, esta casita gana por goleada. Decido que me busquen aquí si algún día me pierdo. La casa azul, cómo no.
¿CUÁNTAS FOTOS LLEVARÁ A CUESTAS?
Y sin ganas nos vamos yendo, pero antes hay que hacer otra parada, ¿una infusión? Nada de entrar a uno de esos lugares donde acude el turismo en masa... una coqueta cafetería nos espera. Una buena manera de despedirnos del lugar, visitar un espacio donde la dueña comenta: "Sí, es bonita pero ahora falta que se llene..." eso le deseamos. Se llama Filarmónica.
Y con música deshacemos el camino, como los protagonistas de "Átame", cantando mientras el coche nos devuelve a Alicante. Desafinamos y estamos contentos/tristes porque se acabó el día pero, mereció la pena el secuestro.
¿Woody Allen y Alicante? Pardiez, es imposible que haya una conexión.
Si dejamos a un lado que es uno de mis directores favoritos y creo haber visto toda su filmografía, redacté un reportaje sobre él y mi querido profesor Carlos Llorca Baus me dijo: "O lo has copiado, o es muy bueno..." poca relación hay ¿verdad?
Si confieso que me ha hecho reír desde sus primeras películas, hasta las más recientes, pero soy consciente de que "Vicky Cristina Barcelona" es un horror, aunque se lo perdono, tampoco se ve la conexión.
Si reconozco ser un poco neurótica como sus personajes, no... sigue sin haber ninguna razón para poner este vídeo en un blog que habla sobre Alicante. ¿O sí?
La vida es dura, a veces gris o tirando a fea, pero este tipo que me hace reír, y adorar el cine, forma parte (al igual que una escapada fuera de la ciudad, o un baño relajante) de ese conjunto de pequeños placeres que te hacen sentir bien, viva...
He aquí un homenaje al humor, a las secretarias, al ingenio y a tomar esta existencia como se debe: con mucha risa.
Una broma que os regalo a los que amáis a Allen y a los que corréis si oís su nombre.
Ah, y que vivan las fallas y las cartas de amor. ¿Todavía se escriben?
Hace unos días recibí un correo desde Alemania de parte de una persona muy amable. ¿La propuesta? Enlazar una página web que llevaría a mis lectores a encontrar lugares de su interés.
No, gracias. No creo que quien se asome por este blog espere que le ayude a localizar tiendas, hoteles..., al menos así lo espero.
Aquí se habla de lugares que nos gustan, con encanto, con alguna historia detrás. En fin, con alma.
En todo caso, saludos a Alemania y a algunos lectores que han pasado por aquí:
Será porque se acerca la primavera pero he pensado en dar un paseo por Alicante amoroso, ¿sensual?, uno de esos paseos que se dan levitando, ya sabéis con esa sensación de que todo es más bonito de lo que en realidad es porque vamos 'colocados' en el mejor sentido de la expresión.
Tienes quince años, tus padres te dejan ir a la discoteca por la tarde los sábados (OH!) allí te tomas un refresco, bailas y lo más importante: oyes la música que te gusta a todo volumen junto a tus amigas.
Esperas que lleguen los lentos con su ritual. La lámpara de colores chillones asciende a los cielos y las baladas del momento envuelven el lugar. Momento en el que muchos huyen a los billares, y otros no saben si mirar al fenómeno paranormal que se produce en el techo o a quien le gusta.
Y como a esa edad todos nos enamoramos de verdad, un chico te invita a dar un paseo, (probablemente no tiene ni idea de bailar) Es el más moderno del lugar, te dice que trabaja como modelo, y a ti te parece lo más sofisticado que te ha pasado en tu corta vida.
LOS LENTOS, UNA COSTUMBRE DE LA DÉCADA DE LOS 90. IMAGEN: DIAADIA
"Salgamos a dar un paseo" y el chaval que parece David Bowie con su pelo rubio y un abrigo negro que le llega a los pies te propone dar una vuelta por La Explanada. Y con el corazón en un puño, pisas las teselas con forma de olas, le miras de reojo, y él como mucho te pasa la mano por los hombros. Debe medir como 1,80 y tú pareces su hija, pero en esos momentos de nervios en el estómago, de hacer como que miras los puestos, da igual.
Somos unos alicantinos de tantos y tantos que pisarán ese suelo entre palmeras. Nuestras pisadas se mezclarán con las de otros paisanos que sintieron la misma emoción que nosotros, con quince, con dieciséis o veinte años.
Pero el amor es efímero, y a esas edades más. Entonces, con unos cuantos años más vuelves a enamorarte de verdad. Esta vez es francés y ni siquiera os entendéis. El diccionario pasea con vosotros por las calles de Alicante. Por el puerto. Y le maravilla la Comandancia de Marina, un edificio que fue destruido vilmente por las autoridades.
A él le asombra y a ti más, sólo quedan los restos... le explicas que las cosas hermosas y con historia, a veces se esfuman, y no por voluntad propia sino por el expreso deseo de quien no tiene sentimientos o sentido de la lealtad.
Como ha visitado Alicante desde hace años, no lo comprende pero tú tampoco.
Y con ropajes blancos, como si saliéramos de una fiesta ibicenca, tomamos un helado en el mítico kiosko Peret que lleva en la Explanada unos cien años. Somos una de tantas parejas que se han sentado allí y han degustado un sabroso helado en el verano alicantino.
Un día aparece con un retrato. Dice que lo ha dibujado él pero tú sabes que se lo ha encargado a uno de esos artistas que se sitúan en el paseo y reproducen fielmente las caras de niños que impacientes posan, o fotografían a carboncillo una imagen que alguien les ha cedido (seguro que ése fue el caso)
Él añade una frase: "JE T'AIME POUR LA VIE" pero, la vida sigue y el amor se esfuma. O no...
VISTAS DESDE EL CASTILLO SANTA BÁRBARA. SERRA GROSSA.
Y pasados unos años, vuelves a pasear por encima del suelo. El atontamiento dulce ha vuelto. Y se producen de nuevo las presentaciones: "Aquí mi corazón, perdón, aquí mi ciudad... aquí:.." y el amor a primera vista, surge.
Se cuelga de ti, del Barrio, de la Biblioteca Azorín o Biblioteca de la playa, la Literatura que emana del edificio le debe volver loco porque te dice "te quiero" y tú le crees. En realidad, no, piensas que debe ser efecto del cóctel provocado por la dopamina, adrenalina y norepirefrina y la brisa de la playa del Postiguet.
Tras recorrer playas, calles con solera, locales donde la música suena mejor y la lima con limón sabe más ácida, el tiempo pasa y compruebas que el amor no es para siempre, pero como una cría de quince años sigues creyendo que tropezará de nuevo contigo.
Sin embargo, es la ciudad la que sigue ahí, a veces dolida por cambios que no le sientan bien, que dañan nuestra vista y nuestros recuerdos, pero al final, su esencia es la que perdura y la queremos con sus defectos y sus virtudes.
Ese es el amor verdadero. El que acepta al otro tal y como es, o como puede ser porque a veces, no está en sus manos.
Una vez más, recorreremos Alicante con emoción y curiosidad.
El Parque de la Ereta, las calitas, el Barrio de Santa Cruz y nos sentaremos en los bancos del Teatro Principal no sé si a esperar a esa persona que nos acelera el corazón con la cual ya no paseamos, o sencillamente para ver pasar a la gente. A otras parejas que a pesar de todo, se miran como si acabasen de bailar un lento en un aparcamiento lejos de las miradas.
He decidido hacer un pequeño cambio en el blog. Cuando comenzamos éramos tres y ahora que me he quedado sola, retomaré el estilo de mi primera bitácora.
Mi cámara me sigue acompañando en mis excursiones urbanas. Y como siempre me han seducido las historias pequeñas,ellas serán las protagonistas.
Me cuesta centrarme en un tema porque tengo un defecto: ¡Me interesa todo!
Desde el astronauta de la NASA Scott Kelly, que ha regresado de la Estación Espacial Internacional (ISS) midiendo más que su hermano gemelo, hasta sucesos acontecidos en Alicante, como he podido oír hoy gracias a El nostre Alacant d'antany, os recomiendo un artículo publicado en el diario el Thader el 13 de febrero de 1896 que recoge un accidentado embarque. Pasando por la nueva aventura cinéfila de Paco Huesca como director del Festival de Cine Independiente de Elche. Pero lo voy a intentar: buscaré una historia que sea de tu interés y me centraré en contártela como si estuvieras a mi lado. Dicen que la vida está compuesta de círculos que vamos abriendo y cerrando. Vuelvo a abrir uno semejante al de hace unos años donde habita una persona a la que le apasiona la comunicación, teclea historias ajenas y propias con un fin: disfrutar. Nos leemos pronto.
Llevo un tiempo queriendo escribir sobre las alternativas que hay en nuestra ciudad para ver buen cine. Desde la Universidad de Alicante llevan años ofreciendo ciclos en versión original tanto para alumnos como para amantes del séptimo arte.
Este mes de febrero dará comienzo:
TRIÁNGULOS AMOROSOS DÉCADA A DÉCADA EN EL CINE
Los triángulos amorosos son el nexo común de este ciclo que tendrá lugar en la Sede Ciudad de Alicante en el edificio de la calle San Fernando, 40, todos los martes a las 19:30 horas, del 23 de febrero al 17 de mayo. La entrada es libre limitada al aforo.
La oferta se amplía los jueves con un taller dirigido a alumnos y a todo aquel interesado en el análisis fílmico. Además de la proyección de la película, hay espacio para el debate y la reflexión.
Estos talleres tienen un fin, el de ofrecer una alternativa a todo el que esté interesado en el estudio del cine en profundidad ya que no existen unos estudios superiores en este ámbito.
El Aula de Cine está presente en la UA desde 1997, aunque sus servicios estén enfocados principalmente a los estudiantes, son muchas las conferencias, talleres y diversas actividades las que ofrece para el público en general.
El cine, al igual que otras disciplinas dentro del arte, como el teatro, la música, el baile o la pintura, resulta una pieza imprescindible para enriquecer al ser humano.
Quaderns de cine es el ejemplo. Esta revista, creada en 2007, sirve como vehículo para relacionar el cine con la pedagogía, la emigración, la Transición y otras temáticas que demuestran la valía del cine como reflejo de la sociedad, sus cambios y avances en fenómenos como el feminismo o la memoria histórica.
El cine como ocio, reflexión, estudio y filosofía de vida.
Salí de casa con la intención de no volver, justo el día de Nochebuena. No había sucedido nada de particular, a veces, dan ganas de salir a dar una vuelta y que se prolongue un día.
Sin rumbo, tras un breve paseo, realicé una llamada y quedé con un amigo, al menos el día de Navidad sí tendría un significado: felicidad de la mía, no de la que dicta el calendario.
Me perdí entre los pasillos de un centro comercial. Caras largas cargadas de paquetes, dependientes con un semblante serio y con un mensaje en la frente: "Me quiero ir a casa". Lo normal.
Pero como siempre, las sonrisas atraen sonrisas, y me planté una en la cara antes de entrar a una tienda y recibí la mejor de una chica que me dio un discurso sobre las tallas y lo mal que lo pasaba alguna gente para encontrar algo que le favoreciera. Sólo le había preguntado por un pantalón.
La miraba con ternura mientras sorteaba los pasillos de la tienda como si estuviéramos en mitad de un laberinto de ropa imposible que ni ella ni yo pondríamos jamás.
"Color, hay que meter el color en nuestras vidas", me dijo.
"Estoy de acuerdo, es lo que busco".
No hubo suerte, pero las dos nos felicitamos las fiestas (o algo así) y seguí con mi misión. A veces, una no es consciente de la realidad al cien por cien, sobre todo cuando no ha dormido. Y esa sensación te hace flotar y relativizar las cosas.
Creo que me tropecé con diez chicos jovencitos que con caras entre pícaras y de una hombría que no les había visitado sujetaban bolsas con lemas femeninos. ¿Regalitos para sus chicas? ¡Seguro!
Mi adquisición fue un pintalabios rojo.
Cuando consulté el reloj comprendí que era mejor deshacer los pasos y acercarme a la parada de autobús. No hacía frío. No parecía el mes de diciembre. Sólo llevaba una cazadora (imitación al cuero) y pasé por al lado de un puesto de churros que no encajaba con esa temperatura primaveral.
Perdí el autobús. Lo perdí por contestar al teléfono, porque no pasó a la hora de siempre, y porque en el fondo, lo tenía que perder. Me dirigí a una parada de taxis, no había ninguno. Bien, tranquila. Volví a la parada, una chica que trabaja en una tienda a la que he ido alguna vez, sólo acertó a decir:
"Aquí había una pareja y han subido en un autobús, yo no tengo ni idea, nunca los cojo, ahora vienen a por mí"
La miré. Ella sabía que no tenía cambio, que las tiendas habían cerrado y no fue capaz de decirme: "mi chico y yo te acercamos a otra parada".
Suspiré, "el espíritu navideño debe ser un invento". Para no engañar, ni siquiera pensé en que me pudieran llevar a ningún lado, su mirada lo decía todo: "Me importa bien poco lo que te pase"
Intenté cambiar mi billete. Misión imposible. El centro comercial cerró, el chico del puesto de los churros, me dijo que acababa de cambiar a una chica y me mostró lo que había en la caja...
La culpa era mía: ¿A quién se le ocurre "escapar" ese día y luego querer volver?
Los centros comerciales son lugares extraños, llenos de luz y color en mitad, normalmente, de la nada. Pero allí, entre la oscuridad, había un chico bien vestido que no paraba de mirar a la puerta. Le pedí cambio. Pero no tenía aunque sí una buena frase:
-Soy cristiano y tú no tienes con quién volver a tu casa, ¿cómo te voy a dejar aquí? Te vienes conmigo en cuanto salga mi novia.
¡Y me puse a llorar! El chico era gitano, y tenía unos ojos verdes que se le salían. Nos contamos nuestras vidas en ese rato de espera. Pinceladas, un trailer.
- ¿Cómo te podré devolver el favor?, le pregunté.
- ¿Tú crees en Dios? Bueno, no hace falta, pásate por mi iglesia, soy pastor evangelista.
Me reí. Y me sequé las lágrimas. ¡A esa iglesia habíamos intentado ir una persona y yo durante años! Y ahora era invitada con honores, por un chaval que como buen cristiano, y sin conocerme de nada, me llevaría a casa.
- Todos sufrimos, lo pasamos mal, pero hay que seguir, ¿crees en las señales?
A esas alturas yo creía que Woody Allen estaba tomando notas en un rincón para grabar un corto urbano surrealista.
Su mujer tardaba en salir. Y su primo se unió a la conversación. Ambos eran jóvenes y con unas vidas difíciles, pero no les entraba en la cabeza dejarme allí; a ver, una es adulta, podía haberme ido andando sin mediar palabra, hasta mi casa: ¡Qué osadía! No me lo permitieron.
Cuando ya me había hecho a la idea de acudir, no sé muy bien qué día a la Iglesia, me tocaron el hombro, era el chico del puesto de los churros...
- ¿En qué dirección vas?, me sabe mal... igual te puedo acercar.
Un pastor, un centro comercial, un churrero con buen corazón y nochebuena.
La cuestión es que le venía bien y opté por irme con él, al fin y al cabo, el pastor jovencito (Antonio) esperaba a su mujer, y creo que ya me había ayudado bastante con la conversación. El churrero, Pedro, puro nervio, me contó que eran buena gente.
El conductor, el más joven de los dos, el día anterior le había pedido un churro, aunque no llevaba dinero, y ese mismo día se lo había pagado.
"Son buenos, quizás muy insistentes con el tema de la religión"
"No, no hay problema...", le dije mientras seguía su ritmo. No sabía nada de él, a mí me inspiraba confianza y le seguía muy tranquila, una vez dentro del vehículo le di las gracias. Le confesé que tenía carnet pero me faltaba lo más importante: un coche.
Sonrió.
Hablamos del puesto, de que el negocio de los churros iba unido a las hamburguesas, y que su puesto había sido testigo de muchos conciertos de cantantes conocidos en nuestro país.
- ¿Te espera tu familia para cenar, no?, le pregunté...
- ¿A mí?, y dejó de mirar al frente...., a mí no me espera nadie. Mi padre murió hace diez años, mi hermano hace tres y mi cuñado hace uno... ¿crees que mi madre tiene ganas de celebrar algo esta noche? Ahora me haré un bocadillo y a seguir viviendo. Estas fiestas son malas. Algunos no lo comprenden. Familia, familia... ¿y si no la tienes?
Me arrepentí de haberle preguntado, pero al instante estaba sonriendo y comentándome que el puesto estaría allí hasta el 6 de enero y algo sobre un concierto de Alejandro Sanz y una lluvia a cántaros.
Como un rayo llegó a mi calle, y le di dos besos. No se me ocurrió desearle felices fiestas y sí le di las gracias dos o tres veces.
- Voy a San Vicente, me pillaba de paso ¿qué tienes que agradecer? Cuando llegué a mi casa no había cena. La primera vez en mi vida. Pero me sentí muy feliz. Consulté el teléfono y tenía felicitaciones de todo tipo, lo dejé a un lado y les di un beso a quienes me esperaban. El ruido de los salvajes con la música y los golpes continuaba intacto. Les conté mi historia y les di dos detalles que había comprado para ellos.
Creo que ha sido la mejor nochebuena de mi vida. Tropezar con gente buena. Gente buena que se porta bien sin esperar nada a cambio.
Ayer, día de Navidad, un amigo me dijo que le asombraba mi falta de confianza, otra amiga me soltó el mismo discurso que consistía en: "Haberme llamado" Les dije que les quería mucho pero que no se me ocurrió llamar a nadie. No tenía ganas de molestar. Además, si lo hubiera hecho, me habría perdido esa experiencia.
Ahora tengo que pasarme por esa iglesia, aunque sea para saludar y comprar una docena de churros.
Por cierto, mientras daba un paseo por la playa anoche, le confesé a otro amigo algo de lo que no había sido consciente... entre los recovecos de mi monedero llevaba varias monedas, que quizás hubieran podido pagar ese taxi.