Llevamos meses esperando que llueva por nuestra terreta. En realidad los alicantinos nos levantamos con otras cosas en la cabeza, pero los señores meteorológos se empeñan en bombardearnos con términos como alerta amarilla, naranja y de cualquier color que se precie. Y no, no hay manera de que suceda. Ni una mala gotita.
La lluvia tiene un encanto que cuando eres niño valoras. Pisar un charco con tus botas de agua te hace feliz, si chapoteas ¡no hay palabras para describir lo que sientes! sin embargo al hacernos mayores observamos la lluvia con otra mirada.