Acabo de ver "El arte de pasar de todo", y no me ha dejado indiferente. El cine es algo más que una historia, un estilo o una sesión de palomitas - que también- es un planeta, que como en el nuestro habitan gentes de todo tipo.
Mi época adolescente pasó, el protagonista debe tener unos dieciocho años, pero al mirar a pantalla, sus ojos transmiten a la perfección la angustia, el vacío existencial, el miedo y la inocencia; elementos que debiéramos conservar en botes como abastecimiento para el crudo invierno que es la etapa adulta.
Quizás sería más apropiado confesar que he visto "El árbol de la vida" y ponerla a parir. Elevarme por encima del bien y del mal, y engordar mi ego rebuscando entre sus fallos; criticar cómo osan gastar dinero en una pérdida de tiempo -eso se comenta- y escoger cualquier otra película si la sala me la ofrece.
Pero elijo esta historia donde los protagonistas comienzan a saborear las mieles y los golpes de sus existencias.
Pero elijo esta historia donde los protagonistas comienzan a saborear las mieles y los golpes de sus existencias.
Las películas no son buenas o malas. Las circunstancias son las que deciden si un largometraje te emociona.
Cuando ha terminado, temía leer alguna crítica. Lo he hecho después de verla y además de destacar que viene de la factoría de Sundance, los críticos se recrean en observaciones como:
He cerrado todas esas páginas y he pensado, "qué pena". Siento que no les haya removido ningún sentimiento o se hayan alejado tanto de lo que significó ser joven o adulto con preguntas sin respuesta. Deben tenerlas todas porque no me explico esa facilidad para mirar por encima del teclado a un director disparando obviedades.
Una etapa que ya se ha mostrado, los actores cumplen su función y salvan la película, el director es novato, es su guión, hay que darle tiempo..., la introducción al nihilismo para muchos jóvenes, no quiere caer en los tópicos: ni cursi, ni romántica, ni previsible, y así hasta el infinito.
EMMA ROBERTS (SE EMPEÑAN EN RECORDAR QUE ES SOBRINA DE JULIA ROBERTS) |
He cerrado todas esas páginas y he pensado, "qué pena". Siento que no les haya removido ningún sentimiento o se hayan alejado tanto de lo que significó ser joven o adulto con preguntas sin respuesta. Deben tenerlas todas porque no me explico esa facilidad para mirar por encima del teclado a un director disparando obviedades.
El personaje de chico u hombre atormentado, inteligente y poco convencional resulta atractivo. Las primeras películas de John Cusack versaban sobre el mismo tipo de persona: la que se cuestiona la vida, muestra sus debilidades y te arrastra hasta ese pequeño universo del que se sabe distinto al resto.
En "El arte de pasar de todo", obtenemos una pieza de verdad que me ha hecho recordar que debo ser muy rara, me ha despertado ilusión, frescura, y la sensación de que soy odiosamente diferente para algunos, supongo, y transparente para otros.
A medida que pasan los años, abandonamos al chico o la chica que se hace mil preguntas al día, perdemos curiosidad, vivimos como nos dictan que hay que vivir y no lo hacen desde una pantalla de cine, los clichés están en nuestros barrios, familias, círculos de amistades. Siglo tras siglo mujeres y hombres hacemos lo mismo.
Unos eligen el camino de la ambición, otros el del egocentrismo, o bien el victimismo, en general nos decantamos por la existencia correcta, es decir, hacer lo que han hecho tus padres, abuelos y bisabuelos: estudiar una carrera, casarse y tener niños, ¡chapeau! por los que dan ese paso y de veras se quieren, tienen mi admiración pero son una pequeña excepción.
Dentro de este lío que significa sobrevivir también hay un hueco para personas que dicen "no". Y se salen del camino. Deciden que lo convencional no les llena, que sería vivir en una mentira. Y caminan pero sin poses. Es una actitud tan honesta como las otras de enfrentarse a la vida. Un tanto valiente añadiría.
Las personas más comprometidas suelen ser las que no se comprometen con lo establecido. (El protagonista lo intenta)
Se hacen preguntas, reconocen ser ignorantes, se atreven a jugar en mitad de unos grandes almacenes, olvidan el sentido del ridículo, defienden sus ideas aunque a otros les parezcan absurdas y a veces exageradas, se enamoran cada día de la misma persona, y de vez en cuando muestran a la criatura que llevan dentro.
Quizás me he excedido, su compromiso es diferente con la vida, con la persona que quieren, ¿os enfadáis si afirmo que un poco más auténticas? Auténtico no significa perfecto.
FREDDIE HIGHMORE (EL NIÑO DE "CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE" DE TIM BURTON) |
Dentro de este lío que significa sobrevivir también hay un hueco para personas que dicen "no". Y se salen del camino. Deciden que lo convencional no les llena, que sería vivir en una mentira. Y caminan pero sin poses. Es una actitud tan honesta como las otras de enfrentarse a la vida. Un tanto valiente añadiría.
Las personas más comprometidas suelen ser las que no se comprometen con lo establecido. (El protagonista lo intenta)
Se hacen preguntas, reconocen ser ignorantes, se atreven a jugar en mitad de unos grandes almacenes, olvidan el sentido del ridículo, defienden sus ideas aunque a otros les parezcan absurdas y a veces exageradas, se enamoran cada día de la misma persona, y de vez en cuando muestran a la criatura que llevan dentro.
Quizás me he excedido, su compromiso es diferente con la vida, con la persona que quieren, ¿os enfadáis si afirmo que un poco más auténticas? Auténtico no significa perfecto.
Creo que esta película, aunque la hubiera visto en el mes de marzo, en una circunstancia distinta me habría despertado algún sentimiento, para mí es uno de los elementos mágicos del cine: su poder para sacudirte las neuronas del corazón.
Puede que Mahler-de fondo- también empuje a golpear las teclas con más énfasis. Seguro. Aunque tal vez haya elegido esta música por los efectos de la historia en cuestión.
A veces es difícil describir los sentimientos con palabras, pero no puedo miraros a los ojos para que sepáis el efecto que ha causado en mí.
Joana Sánchez