Ayer, mantenía una conversación con Roberto Muñoz y surgió el tema. ¿Dónde estará el libro? Tras su sonrisa pude percibir un cariñoso: "ya te lo dije", así que ahora ha llegado el momento de recuperarlo. Lo sé, otra idea más infantil si cabe.
Este invento de ocultar libros y que sean recogidos por lectores no es mía, ni nueva. Por eso creí que funcionaría, pero lo han secuestrado.
Pienso en su día a día. ¿Habrá soportado con entereza la lluvia?, ¿habrá sufrido algún tipo de humillación al ser garabateado? ¿Acabó, ante su estupor, en el contendor de basura, de la mano de un alicantino enfadado? o lo que es peor, ¿lo mató la indiferencia?.
Ahora sólo me queda su recuerdo. La ilusión con la que lo escondí en ese quiosco del barrio de Carolinas.
Si sabes dónde está, si fuiste testigo de su final, házmelo saber. Pero utiliza palabras edulcoradas, porque a pesar del fracaso, sigo creyendo en los alicantinos lectores, en los que comparten la frase:
"Él nunca lo haría"
Joana Sánchez