Con el título ya debo haber ganado unos cuantos enemigos. Pero vayamos al grano. Nací en esta ciudad del Mediterráneo, yendo en el vientre de mi madre visité los pueblos que la rodean, pisé la Explanada, escuché las tracas en las Hogueras, viví la Semana Santa. Cuando me parieron, me enamoré del lugar donde me tocó nacer.
¡Cuánta luz, qué bonitas playas, qué hermosas nuestras fiestas! Era estupendo ver a los vecinos adornando los pasajes con cintas de colores, blanqueando las fachadas, almorzando juntos.
No había una Hoguera por cada centímetro de la ciudad, ni marcas patrocinadoras, ni belleas en la alcaldía por muy válidas que fueran, ellas eran efímeras como el monumento y las respetábamos, podías pasear y gozar la fiesta unos cuantos días. Ahora se adelantan como las navidades con el Corte Inglés.
Venían muchos turistas, tenía amigos de Madrid, de Francia, etcétera. No había problemas de paro, alguna temporada era mejor que la otra, pero vivíamos sin esperar con ansiedad el verano.
Me hice una promesa: jamás me marcharía de Alicante. Estaba enamorada y a un amor de verdad no se le abandona. Se le perdonan los defectos y se aprende de sus virtudes.
Como en todas las relaciones donde uno quiere más que el otro, algo comenzó a fallar. Los visitantes no acudían a la capital, fueron poblando los alrededores ¿la razón? la escasa oferta. Una ciudad turística que tenía un Terra Mítica y unos cuantos museos (tres) no daba para mucho. La playa nos la regaló la naturaleza y el sol también.
Miraba a los ojos de mi enamorada cosiéndola a preguntas. ¿Por qué no haces nada? ¿Eres diferente a las demás? De acuerdo, lo entiendo pero ¡cambia! Yo he cambiado. Las ciudades son como los seres vivos, evolucionan, y tú te has quedado estancada. Sigo queriéndote pero te falta "chispa".
No sólo de fiestas viven los enamorados, ¿cómo has permitido que gentes de fuera vinieran a gobernarte? Somos una ciudad abierta, pero para amar hay que haber dado tus primeros pasos por tus calles. Te quieren, seguro, pero no han estado enamoradas. Es distinto.
Hace un mes que me marché, he vuelto y todo sigue igual o un poco peor. El billete de autobús cuesta un euro con veinticinco céntimos y he tardado una eternidad en llegar a mi destino. La gente sólo habla del paro y de que se quieren marchar, te van a abandonar.
No confían en los gobernantes, ni en los que están en Madrid ni en los de aquí. En dos horas he escuchado cuatro historias: "despedida", "busco trabajo", "me voy a Salamanca", "esta ciudad está muerta". Y no eran pesimistas eran alicantinos con tristeza en la mirada porque han de dejar su terreta.
Hoy lucía el sol, el día amaneció bello. Pero tras pasearte unas horas te pregunto ¿es posible que pueda reenamorarme? Lo sé, no sólo depende de ti, pero la solución no pasa porque todos nos marchemos.
Como todavía te amo, me permito el lujo de odiarte por aceptar que la "millor terreta del mon", sea sólo un lugar de paso para llegar a tus pueblos, lugares que las gentes sí desean ver, visitar e incluso vivir pero tú, tú no les seduces.Ya no... Tengo el corazón partío.
Joana Sánchez