27 de marzo de 2016

Mas allá de tras el cristal

¿Ha valido la pena todo ese gran esfuerzo? Esa es una de las preguntas que ahora de forma casi diaria me tortura y me la hago de forma lacerante. Tanto sacrificio para poder levantar dos cines que fueron diferentes y tanta ilusión por tratar de ir haciendo una colección de cine día a día... ¿para qué?  

Para que ahora ni haya cines y la colección esté guardada de aquella manera. Me estoy machacando mucho con todo esto y lo peor es que no lo puedo evitar. Pero sinceramente las dos cosas las hice con mucha pasión  y gran entrega .

Tanto la construcción de esas dos salas en el casco antiguo, ante el escepticismo de muchos como las exposiciones, dos, con  parte de la colección de cine. Quién me lo iba a decir a mí algún día. Tener dos cines y exhibir mi colección. Lo mismo que años después me encontraría sin cines y sin colección. ¿Qué había fallado? Quizás yo sea el verdadero culpable de todo ello.

No voy a analizar el final de los Astoria por mi parte porque me hace daño, mucho daño, y me hice daño. Lo dejo para mi libro de memorias o así. Sí  quiero hablar de aquella primera exposición de La Lonja con un poquito del material de lo que era mi colección de cine.






Hacer, memoria es hacer balance. Pensar lo vivido, lo soñado y quizás lo por vivir. Fue una exposición singular y, a la vez, atípica por lo inusual. Podía haberse llamado de muchas maneras.Y la mayoría de ellas muy cinematográficas: "El árbol de la vida","Confidencias","Imitación a la vida" o "Lo que el viento se llevó".Pero quise llamarla, de forma sencilla "Una exposición de cine".

Mas como lo que siempre me ha gustado es el cine en V.O. (con cartelitos) le coloqué un subtítulo de "Historia de una pasión", que también queda muy a lo Douglas Sirk. Era casi la historia de mi vida  a través del cine, o parte de la historia del cine a través de mi vida. 

Lo que si no fue es una exposición de la Historia del Cine. Cuando se me encomendó el comisariado de la misma supuso un auténtico sueño y un orgullo. El último suspiro, la última película, el  último atardecer...Y di el  primer golpe de  claqueta a esta exposición que es como una peli. Se hablaba del cine dentro del cine. Un continuo guiño al mismo. 




No quise fuera excesivamente intelectual, ni que rayara en el falso-hortera glamour, ni casposa. Una exposición puede ser didáctica. No lo fue. Doctores tiene la Iglesia, Doctor Zhivago, Doctor Mabuse, doctor No...

Cuajada de anécdotas y de amor al  cine,  del bueno del malo, del regular, de historia, de recuerdos, de amor, de pasión, que es lo suyo. Y hubo que vertebrar un espacio tan enorme como La Lonja e inventarse un hilo conductor. En suma, comerse el coco que para eso fui el comisario o sheriff de la cosa. La palabreja comisario no me gusta.

Si durante la visita no se entendía alguna palabreja podía acudir  al Breve diccionario del Argot (vocabulario elemental para cinéfilos) en recepción. Si después de consultarlo seguía  sin entender la palabreja, no se preocupe, Einstein tampoco entendió todo lo que le explicaron en el colegio y no le fue tan mal.





Y como dicen el cine es el 7º arte, y en el cine están los 7 magníficos, y los 7 samuráis, y 7 novias para 7 hermanos, y 7 hombres de oro, y el 7º sello   y la 7ª profecía y James Bond es el agente 007, se me ocurrió dividir el espacio de La Lonja en "7 calles" que además de título de película, y encima vasca, da el nombre al caso antiguo de Bilbao.

Algo original y cercano para mí. Y todas esas 7 calles tuvieron nombres de películas:Mi calle, La calle de las sombras, Calle sin retorno, Calle Mayor, La calle sin nombre, La calle del adiós y Calle 42.

Olía a cine, era viva con Sensorround, en 3-D, color by technicolor y en 70 Mm. ¡Qué bonito en blanco y negro y con buen guión!

Aunque los hermanos Lumière crearon el cine un 28 de diciembre de 1895, todo eso no era una inocentada, ni mucho menos. No son los santos inocentes con Rabal y Landa, ni el de Visconti. Lo que no se encontró en esa exposición era la dieta del famoso león de la Metro, ni cuántas personas lograron entrar en el camarote de los Marx, ni a qué velocidad  vuela Superman o de qué marca era el piano que tocaba Sam. Son de nota. 

Era una exposición de cine para revivir con alegría la tristeza de la memoria o así. Me suena a Arthur Miller...Y seguro continuará....algún día. Y lo hizo diez años después.

Y agradecí como en los Goya  o los oscars al ayuntamiento, al alcalde, a Cultura, al Archivo Municipal, a todos los que la hicieron posible y, por supuesto,  a   mis padres y mis tías que andan en sus cielos .Y no hubo aplausos,  ni efectos especiales de los mismos. Y lo dice su comisario aunque yo creía que solo era Maigret, o sea Jean Gabin, el más célebre comisario, el de Georges Simenon.





Doy fe,  a lo largo de la exposición tuve la oportunidad única e irrepetible de ver como los visitantes salían de la misma emocionados, algunos con los ojos humedecidos, con cierta melancolía porque todos, también, sentían y sienten esa gran pasión por el cine. Bien porque el cine ocupó sus vidas, por sus recuerdos o también porque coleccionaron o siguen coleccionando esas cosas de cine. 

No  me equivoqué en el subtítulo, ya que la pasión por el cine ha existido, existe, y estoy seguro, seguirá existiendo. Un legado que queda en manos del Ayuntamiento y Cultura que serían los encargados de conservar, guardar y almacenar toda esa pasión de cine de los alicantinos para que nunca pueda desaparecer de la ciudad de Alicante. Ojala....aunque en ocasiones lo ponga en duda.

Paco Huesca

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