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31 de enero de 2011

Pongamos que hablo de Madrid II



Siempre que escuchaba esta canción se me ponía el vello de punta. Ahora me sucede mientras redacto estas líneas. La canción tiene unos años pero su letra se puede trasladar perfectamente a 2011.


Llevo cuatro semanas en la Villa de Madrid, y sus prisas se me contagian sin darme cuenta, lo veo cuando comienzo a bajar las escaleras mecánicas ¡y voy bien de hora! por otro lado, miro con envidia el respeto a la cultura en sus calles, en sus locales. La cultura se palpa y se huele en la ciudad.


Ayer visité el barrio de las letras. Federico García Lorca y Calderón de la Barca presiden la plaza de Santa Ana. La gente paseaba entre carteles pintados a mano recordando a nuestros mejores escritores, con lemas en letras doradas que pisábamos sin piedad los viandantes.


El sábado fui a la Filmoteca. Es más grande que algunos cines de Alicante. La semana pasada se realizó un ciclo dedicado a Woody Allen, allí vi Ratatouille (la semana gastronómica era la protagonista) Me costó 2,50 €.



Las pupilas se llenan de actores en gigantescos carteles, de música, de fachadas hermosas cargadas de historia, de estatuas de bronce, de templos,de salas por donde un módico precio puedes pasar una velada escuchando a un cantante o a un humorista y su monólogo.


¿Madrid es grande y por eso se lo pueden permitir? Tal vez la Gran Vía sea un pequeño Broadway, es cierto,pero todas las ciudades, y me refiero a Alicante, con más dedicación, inteligencia y amor podrían llegar a convertirse en lugares donde la frase más escuchada un domingo no sea "¿dónde podemos ir?"


¿Pensamos en Madrid? Si a una simple ciudadana se le ocurren miles de ideas para mejorar su Alicante ¿qué ocurre con los que nos gobiernan? ¿Acaso han abandonado el sano hábito de pasear y dejar volar la imaginación? 

Seguro que podemos adaptar algunas de las ofertas que ofrecen aquí. El turista en invierno no está por la labor de darse un bañito. Por cierto, los museos abren los domingos ¡es una gozada! y la gran mayoría son gratis.


Mientras sigo descubriendo esta ciudad sonrío esperanzada. Alicante tiene mucho que ofrecer: más que sol y unas playas magníficas.


Joana Sánchez

19 de enero de 2011

Pongamos que hablo de Madrid I


Vivir en un hostal da para mucho. Para pensar y conocer a diversos personajes, sin olvidar que tú eres uno de ellos. En esta película todos somos protagonistas. ¿Conocéis esos films donde el reparto brilla? Una comedia coral lo llaman. 

En el hostal "Estoy lejos de casa" habitamos seres dispares. Hay una chica que gusta comer frente a la televisión, y si puede ser viendo algún programa de Intereconomía mejor. Se desahoga. 


El otro día pude vivir esa catarsis. Comenzó ya a mostrar sus nervios en la cocina. Está a dieta y eso es lógico que la tenga con una dosis de ansiedad extra.


Al penetrar en el comedor común sólo pude asistir como espectadora a los aspavientos e insultos que le lanzaba a la pantalla. 

De vez en cuando se giraba y me miraba. Mi mirada iba de mi ensalada a sus ojos llenos de ira. "Que se j... los que les votaron", "Felipe González se cargó la construcción", "Me alegro de que estén en paro... ¡¡¡Y les volverán a votar!!!".


Ante semejantes mensajes nada subliminales, ¡me sentí familiar de José Luis Rodríguez Zapatero! apunto este detalle puesto que tenia la sensación de que o éste se hallaba en la sala o yo debía tener algún rasgo facial parecido. 

Me palpé la cara cuando dejó de observarme y no noté que mis cejas hubieran cambiado de grosor. Ok, no era la responsable de la tasa del paro, menos mal.






Por cierto, era el primer día que tenía acceso a la televisión y ahí estaba yo, viendo un reportaje sobre las fiestas de Cuenca donde los toros corrían por las calles y la chica más joven del lugar le tiraba una tarta al animal (tradiciones)


Uno de los guardianes de mi nueva casa es un señor que suele llevar una gorra, y que he llegado a creer que disfruta asustando al personal. Cuando me dirijo a la cocina a tomar mi desayuno está recostado en un sofá cubierto con una manta a cuadros y sólo sobresale la gorra. 

El primer día, entre la tenue luz pensé que era una aparición, o un muñeco que alguien había dejado olvidado ¡A las siete y pico de la mañana una no piensa con claridad!


Esta mañana mientras desayunaba -para mí que sabe que es mi comida favorita del día y adoro hacerlo sola- ha compartido la estancia conmigo. No ha tomado nada. Simplemente estaba ahí y me acribillaba a preguntas. 

"¿Quién ha salido por esa puerta?" con incredulidad, y mirando con resignación mi taza con muesli le he contestado:"No sé, no me he fijado". Seré tonta... si hasta he sonreído al verla ¡Era la chica que habla con la televisión! Pero servidora no es una delatora, ni en Alicante ni en Madrid.

Lo divertido de esta experiencia es que una se convierte en veterana en muy poco tiempo. Hace una semana yo era la nueva, la que no conocía las reglas. Ahora hay un nuevo. Mi sustituto.Se trata de un chico que ha venido de un país de América. 

Está en mi situación, no tiene portátil y no conoce nada ni a nadie. La primera noche cometió el terrible error de coger un bol de la cocina para tomar unos cereales. Una voz al otro lado del comedor retumbó: "¿A ver ese bol?... es mío, cuidado, sólo te digo cuidado."

El que hablaba es un chico que siempre va con su portátil. Según me dijo el dueño (hay dos) había eliminado las televisiones de las habitaciones porque se lo habían aconsejado como una medida para que los clientes, la gran mayoría estudiantes, interactuaran.

En mi segunda noche, cuando me asomé al comedor no me dijo hola nadie. Las tres personas estaban absortas ante su pantalla y con auriculares en la zona Wiffi. Había una italiana, un norteamericano y un español (parece un chiste) ante su silencio me volví a mi cuarto a escuchar la radio. 


Me gusta ese medio de comunicación pero estas semanas la estoy valorando si cabe más. Un beso para todos los que hacen radio.



En todas las historias hay una protagonista y  en ésta es la persona dedicada a la ardua tarea de la limpieza y mantenimiento del lugar. 

Debe medir un metro y poquito, tiene un dulce y encantador acento mexicano ¿por qué? ni ella lo sabe; tampoco tiene buena relación con el señor de la gorra que asusta y dice que si se pone violento, le amenaza con una escoba o llama a los "chicos": a los demás inquilinos. 

Cruzo los dedos para que no toque a mi puerta. Pero ella me gusta. Me cambia las sábanas y me las pone de color azul o naranja, me pregunta cómo estoy y yo hago lo mismo.
Le daría un abrazo pero temo hacerle daño, es tan poquita cosa y, a la vez tan grande. 

Su nombre es el más mencionado en todos los recovecos. Igual anima al que acaba de llegar,  te cuenta algo personal o te incita a que des una vuelta por la ciudad.

No me extraña que en su momento la serie "Hostal Royal Manzanares" protagonizado por Lina Morgan tuviera éxito, señores y señoras, esto de compartir techo con tanta gente da mucho juego.

Me tengo que ir, a ver qué sorpresa me encuentro esta noche. ¿Cenará conmigo el señor de la gorra, o la chica italiana delgadísima que come unos platos enormes? Ah, perdón que de ella no os he hablado.

Toda una experiencia, sí señor.



Joana Sánchez



(Desde Madrid con amor)

11 de enero de 2011

Una alicantina en Madrid





Hola amigos,


Tranquilos este blog no se va a convertir en el típico "Español en Japón", sobre todo porque no me he ido al extranjero. 

Desde la capital de España, sin ordenador, sin televisión, pero con radio ¡que es lo que me gusta! me he escapado un ratito para deciros algo obvio: ¡¡¡Qué frío hace aquí!!! 

Pero también un apunte: en el escaso tiempo que llevo caminando por estas calles en mi barrio de adopción, tengo que reconocer que la gente es agradable. No sólo aquí sino en todas las situaciones que he vivido desde mi llegada.

¿Eso es noticia? Sí. Alicante es una ciudad turísitica y hago una crítica desde estos lares como alicantina: la simpatía, la implicación de cualquier persona a la que le preguntas por una calle, un metro o un autobús no se limita a indicarte una dirección o señalar con la mano. Se paran, te acompañan y todo con una sonrisa.

Alicante, además de contar con unas playas fantásticas, algo que la naturaleza nos regaló, tiene una carencia: nosotros. Deberíamos ser embajadores de nuestra ciudad y venderla mejor. 


¿La razón? Somos una ciudad turística. Es una cuestión de cambio de actitud, sencilla y gratis.

¿Algún defecto de la Villa? la prisa. Lo digo con una sonrisa en la cara. La gente corre en las escaleras mecánicas. Las baja de dos en dos. O de cuatro en cuatro. Veo gente comer por la calle a horas que "no son horas" de comer sino de merendar.

En la Puerta del Sol

Es una ciudad viva, llena de energía, el tiempo no vuela, corre fugaz como el AVE que no ha llegado a nuestra terreta por cierto, y ya he hecho un sondeo, "los madrileños irán a Valencia aunque Alicante- o más bien sus pueblos- les guste".

Dato llamativo: nadie conoce la capital de mi pequeño estudio de campo. Alicante no gusta, no tenemos nada atractivo para ser visto. ¿Playas? ya las hay en otros pueblitos donde la calidad de vida es mejor. 

Te mencionan Benidorm, Altea, Alcoy, mil lugares pero Alicante capital no, "allí sólo he estado de paso"

Desde Madrid con amor, deseo que quienes puedan resolver este problema turístico lo hagan. Sáquenle partido a nuestros museos, o construyamos lugares interesantes para ser visitados, no sólo por el turista sino por nosotros.

Rambla, Casco Antiguo y tres museos no es suficiente.  Adornémosla como lo está Valencia,de lugares atractivos.

Un abrazo y espero que Roberto y los dos Pacos (el Sr.Huesca y  el Sr. Sánchez) se animen a subir algún escrito con sabor a sal. Lo dejo a su elección: crítico, divertido...


¡¡¡Alicante sigue contando!!!!



Joana Sánchez