3 de marzo de 2010

La esfinge con pechos


Iván tiene la nariz roja. La temperatura ha subido en este mes de marzo. Iba paseando, cargada de cámara, la revista (para demostrar que no soy una impostora reporteradicharachera) cuando, la visión de un hombre, de rastas negras y alguna tímida rubia que se esmeraba en dar la redondez necesaria a uno de los pechos de su particular esfinge, hizo que me detuviera.

¿Quién era? ¿Qué hacía? ¿Por qué estaba ahí construyendo esas obras efímeras?

Iván es simpático y no se muestra desconfiado. Me cuenta su historia entre 

triste y alegre.No deja de hablar. De sus esculturas, de su vida en Inglaterra, de su esposa fallecida, de los amigos que tiene, de arte, de la ciudad, de la envidia...


Muestra orgulloso un taco de tarjetas de amigos (dueños de pequeños restaurantes, tiendas de reparación de ordenadores...) pequeños cartones, espejos de amistades. Le gusta Alicante.

Iván es amable. Está encantado de tener alguien con quien conversar. Pero a mí me sucede lo mismo. Hace varios días no sabía quién era. Ni que existía. ¿Sería uno más de los que levantan, a base de paciencia y arena esculturas? "Uno más" del que no sabía nada...

No sé la razón pero todo lo que cuenta me parece interesante. Me dan ganas de decirles a esos tímidos que lanzan alguna moneda que bajen y charlen con él.

De vez en cuando comenta que nota cuando hay mal ambiente en la playa... mientras le escucho miro a nuestro alrededor llevándome la mano a mi hombro izquierdo quemado por ese sol justiciero. Bromeo: "Espero que cuando nos vayamos notes buenas vibraciones"

Volveré a visitar a Iván. Se lo debo porque ama CREAR y puede, que todo lo que nos contó no fuera real (¡qué importa, sólo eran datos!) pero lo que le rodeaba sí lo era, como una maravilla de pirámide azteca...

La CREATIVIDAD, la imaginación no la reparten en las facultades, la llevan dentro las almas sensibles.

Nos vemos, Iván.


Reportaje de mi colaboración en Ling como corresponsal en Alicante

Joana Sánchez

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