Creatividad, liderazgo, trabajo en equipo, motivación…, todos estos conceptos tan en boga a nivel empresarial, como personal, tienen cabida en diferentes escenarios.
En el Teatro Auditorio Pedro Vaello en Campello, tuvo lugar un menú especial. Los ingredientes tenían un sabor, y un cierto color a positivismo. Los “mayores” del pueblo, actores, cantantes y bailarines, nos dieron una lección a los presentes.
El alcalde no quiso mencionar la palabra “crisis”, pero hizo alusión a “los tiempos que corren” en un tono resignado. Entonces se giró hacia el escenario. “Ellos tendrían muchas cosas que contar y aportar”. Y lo hicieron, pero de qué manera.
Su entusiasmo, profesionalidad y sentido de humor, invitaba a la reflexión.
¿Son nuestros mayores más fuertes que nosotros? ¿Podrían ofrecer charlas y ponencias sobre liderazgo, motivación y cómo moverse en un escenario? Rotundamente sí.
Tras tres horas de música, bailes e interpretaciones gloriosas, Roberto y yo salimos respirando valores. Estoy segura de que si nos hubieran hecho un análisis de endorfinas a la entrada; al salir, hubiéramos dado positivo.
Tras tres horas de música, bailes e interpretaciones gloriosas ; salimos respirando valores. Estoy segura de que si nos hubieran hecho un análisis de endorfinas a la entrada; al salir, hubiéramos dado positivo.
¡Cuánto nos queda por aprender! No podemos hablar de la escucha activa, si no escuchamos, no podemos hablar de liderazgo si no reconocemos a uno, en este caso a una líder, si no nos movemos por otros círculos distintos a lo conocido.
La naturalidad cotiza a la baja, y allí además de talento, ésta se palpaba. La necesitamos para comunicar eficazmente.
Estas personas ¿mayores? demostraron que tras una férrea disciplina, uno puede conseguir su objetivo: por ejemplo, subir a un escenario e interpretar a un personaje entonando, proyectando la voz y realizando las pausas oportunas. Además de meterte en el bolsillo a todo un auditorio. Cautivar.
Ahí va mi aplauso para todos ellos. En especial, a la líder a la que hacían alusión: una señora, que llevó prácticamente el peso de la obra, con un carisma, una gracia y un saber estar, que nos dejó con la boca abierta.
Aprendí muchas cosas y sentí otras tantas, en esa tarde noche sentada en el patio de butacas. Me contagiaron su optimismo estos mayores-jóvenes emprendedores de una nueva vida.
Joana Sánchez