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EL DOCTOR CAVADAS. IMAGEN: EL MUNDO |
En
este mundo donde levantarse cada día sin una noticia negativa, una caída por
enésima vez de la bolsa, un caso de corrupción en política en cualquier punto
del mapa, escuchar al Dr. Pedro C. Cavadas es una bendición en forma
de bofetada de un realismo que se agradece.
Todos
conocemos sus hazañas o como él las denominaba esta mañana en "No
es un día cualquiera" de RNE, "problemas con solución que
previamente conllevan estudio, y el estudiar sí ocupa lugar". Se
lamentaba.
Ha
hecho un recorrido incisivo sobre la vida que llevamos en occidente, donde si
nos duelen las pestañas, ya está el médico de turno para recetarnos una
pastilla que lo remedie. Sobre lo egocéntricos que somos, y la idea de que
nuestro papel es el de protagonista de nuestra particular película, por lo
tanto, ¿por qué hemos de preocuparnos del dolor ajeno?
Pero
lo que más me agrada de este hombre es la sencillez con la que cuenta las
cosas. Huye de esos sujetos que pueblan nuestras pantallas de televisión,
portadas de periódicos en papel o en la red, en el mundo de la política,
finanzas, empresarial o aspirantes a estrellas de no se sabe qué constelación:
vacíos de ideas que sirvan para ayudar o mejorar nuestro entorno.
Cavadas
es deliciosamente políticamente incorrecto y eso, en un país como el
nuestro donde hasta hace dos días el sentido de humor era nuestra seña de
identidad, es un mérito a destacar.
Hemos convertido
en eufemismos a las verdades incómodas. Cavadas no se muerde la lengua y
habla de personas que han nacido para "rasgarse las vestiduras" por
cualquier avance que se haga en medicina. "Todo vale-defiende él- si no se
hace daño a terceros y se logra que una persona se salve o mejore su calidad de
vida, mientras tanto que los profesionales en rasgarse las vestiduras
sigan".
En
una mañana donde la noticia es el atraco a una joyería en pleno centro de
Alicante, donde hubo un muerto (uno de los atracadores) y varios heridos,
donde la CAM es "peor de lo peor", según el mandamás del Banco
de España, donde los abogados investigan a Fiscales que a su vez, les
están investigando por presunto fraude, con cifras desorbitantes que cobran
personajes que no sabrían ni cambiar una venda en una herida, pero que con
sus estudios limitados ha llegado a ser poíticos (ooh), es decir, con un
entorno hostil y rodeados personas que no hacen nada útil por la sociedad,
escuchar a Cavadas es una inspiración.
No
necesitamos tantas cosas para vivir bien, defiendo sus frases lapidarias
llenas de coherencia, pero viendo cómo está el patio a nivel político,
económico y empresarial necesitamos a más personas como usted en los titulares
de los periódicos, en las emisoras de radio y en los programas de televisión,
incluso en las universidades.
Algunas personas no hemos caído en los topicazos y no nos hemos
hipotecado, ni tenemos dos coches, ni nos creemos los protagonistas de ni tan
siquiera de un cortometraje; pero los demagogos, y
todos los que están consiguiendo que nos volvamos adictos a las pastillas para
el dolor del alma, son los que han llevado ese ritmo de
vida por encima de sus posibilidades y de su valía.
¿Existirá
alguna receta para ellos? A mí
se me ocurre pensando en lo que ha narrado sobre el dolor... En
enviarlos a un país africano porque como bien decía, "si
allí te duele algo, mejor no te quejes porque igual estás dando pistas a
alguien para que venga a por ti".
Qué tal una excursión por doña realidad para estas personas que han creado un sistema
ficticio de bienestar, e incluso para aquellos ciudadanos que se creían por
encima del bien y del mal con sus dos pisos en la urbanización, y dos
coches "por si acaso"? Sería interesante.
Ellos
sí deberían esfumarse del panorama, porque quien no aporta, resta y además
impide a la gente de bien que se la vea, no nos hacen falta más mediocres
y sí gente de carne y hueso, que no necesita una corbata para demostrar
su estatus. Su mochila está llena de sabiduría, inteligencia y bondad.
Usted no necesita adornos.
Gracias
por su puñetazo de realismo. A mí me ha sentado muy bien, el
problema es que a quienes debiera llegar su mensaje, están o bien ocupando cargos
que no merecen, tiñéndose el pelo, preocupados de no perder sus
privilegios, mirándose al espejo, en vez de mirarse por dentro y más allá
de su ombligo.
Y mientras tanto, los demás, tratamos de sobrevivir en esta sociedad dura y
competitiva que nos ha tocado vivir. Tal vez no sea la selva, ni África, pero
también es dura.
Siga
comunicando así de bien, y haciendo un trabajo que dignifica al ser humano.
Usted sí es un ejemplo.
Joana
Sánchez