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11 de mayo de 2010

"Cháchara" y el grupo



De noche suelen atravesar nuestro cielo. Se trata de bandadas de patos. Ellos no entienden de individualismo, trabajan en equipo y les va bien. Su fuerte aleteo junto a sus graznidos ¿nunca te han llevado hasta la ventana para verlos? Vuelan en forma de V. La razón es sencilla: así pueden recorrer una distancia mayor. Juntos. Si un pato decide volar por su cuenta sentirá una gran presión por el viento, lo que le hará regresar al grupo.

El pato líder es el que va en la punta. Es jaleado por el resto con graznidos para así mantener la velocidad. Pero hasta los líderes se agotan, es entonces cuando otro ocupará su lugar hasta que recupere las fuerzas.

No acaban aquí las bondades de estos anátidos. Si un miembro del grupo enferma, varios compañeros se quedan a su lado hasta que se recupere, cuando eso suceda se unirán al grupo.

Tenemos mucho que aprender de los animales. La diversidad en su comportamiento es otro rasgo. No todos los patos deciden volar, gustan quedarse en el agua, bucear y dedicarse a emitir sonidos tales como: bocinazos, silbidos, gruñidos, ladridos (has leído bien) y arrullos. 

Los anátidos suelen ser monógamos y sus crías se alimentan por sí mismas desde el primer día. Conocen bien que la sobreprotección es negativa.

A menudo el ser humano olvida volar junto a sus semejantes, o bien adquieren el papel de líder sin aceptar que el compañero puede aportar otras ideas o sostenerle si las fuerzas le fallan. Nos creemos autosuficientes, fuertes, individualistas y todopoderosos.

Pero nos iría un poco mejor si en las diferencias con los amigos, familia, etc encontráramos un elemento para sumar en vez de restar, o al menos reflexionar frente a otros argumentos. 

A nuestro alrededor no todos deben entendernos ni estar de acuerdo con nuestra forma de observar el mundo, ya que éste es mucho más complicado y variado de lo que imaginamos. ¿O acaso sabíamos que los patos ladran?


Joana Sánchez