Hace unos años le dediqué a mi padre unas líneas en este blog. A nuestros progenitores les queremos y no les soportamos en distintas etapas de la vida. Al menos ése ha sido mi caso.
Durante este último año él no lo ha pasado bien -nada grave- y ya se sabe que cuando a uno se le tuerce la salud, todo lo demás se altera, se exagera y en estos últimos meses el único deseo que teníamos era recibir una llamada desde el hospital.
Por fin llegó el día, y aunque él ya no se encontraba tan en forma como hace doce meses, ha superado la operación. Precisamente cuando la Sanidad es tristemente noticia, quería aprovechar para dar las gracias a los médicos y enfermeras junto a todo el personal del Hospital de San Juan por su profesionalidad y su buen trato hacia mi padre.
Respeto a los médicos y a los cómicos, ése ha sido mi lema en la vida.
Ahora, ya en casa, vuelve a ser él, desde hace dos días gasta bromas y aunque camina con pasos cortos sé que comienza un nuevo viaje, quizás lento, pero con firmeza. Se enfrenta a una nueva etapa, y con ella, a cambios.
Lo más importante como hija es que lo sucedido me ha ido acercando a él, unas veces irritada, otras cansada... para culminar en un encuentro tierno, con risas, y alguna lágrima a escondidas, donde hemos bailado, escuchado música y jugado juntos. Hace unos meses no lo hubiera creído posible.
Sólo nos rodean noticias negativas. Sólo parece existir el Mal en nuestro día a día. Por esta razón hoy quiero destacar la noticia de que un alicantino de adopción, vuelve a sonreír con los ojos y se emociona cada vez que recibe una llamada de un familiar o amigo.
Lo siento, pero que no paren el mundo, porque esta vez no me bajo. Aún tengo fe en las personas, en esas buenas personas que hacen bien su trabajo, y en las que se preocupan sin esperar nada a cambio, por los demás. El amor cuando es incondicional, sobrevive a la peor de las tormentas y tras ella serena a las personas.
Joana Sánchez