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3 de marzo de 2016

Santiago Ibáñez, escultor, alicantino: artista

Desde que este blog abrió sus puertas a personajes relevantes en Alicante he querido escribir sobre un escultor cuyas obras siguen presentes en nuestras calles. 

Su nombre: Santiago Ibáñez. Toda persona tiene una historia detrás, y hoy vamos a conocer la de Santiago. Se lo debemos por su talento, por ser un buen hombre y por cultivar la humildad con el trabajo creativo a partes iguales.

Fue a finales del siglo XIX cuando Tomás Ibáñez, un artesano cantero, inició la tradición de la talla sobre piedra al elaborar adornos para las fachadas de los edificios, capiteles para columnas y frisos.



La siguiente generación, Tomás Rafael Ibáñez (en la foto) se especializó en la talla de obras de arte de gran dimensión sobre piedra y mármol.

Algunas de estas obras del escultor se pueden apreciar en distintas ubicaciones de la geografía española.

"Ser artista es un don con el que naces, o no naces" (Woody Allen) 

Resulta obvio que en la familia Ibáñez el don se transmitía de padres a hijos. La tercera generación de escultores, Santiago y Rafael Ibáñez (hijos de Tomás Rafael Ibáñez) también iniciados en el arte escultórico desde temprana edad, se marcaron como objetivo, añadir creatividad y funcionalidad a materiales conocidos como la piedra y el mármol, experimentando sobre nuevos materiales de creación propia como la piedra reconstruida.

Los medios de comunicación de la época se hicieron eco del trabajo de estos dos jóvenes que ofrecían algo diferente dentro del arte en aquel momento. Como una brisa fresca, los hermanos trabajando duro y con amor hacia su profesión lograron exponer sus obras. 


Las portadas de los periódicos eran ocupadas por sus trabajos y también con algunos datos que resultaban "exóticos" como que el artista (Santiago) tuviera una novia francesa, o fuera vegetariano.


En 2014, Alacantí de Profit, recogió parte de la obra de los Ibáñez en lugares emblemáticos de la ciudad de Alicante, en concreto en comercios conocidos por todos.


Ahora son sus hijas, Elisabet y Lydia Ibáñez (la cuarta generación) las que han tomado el testigo: el martillo y el cincel que empleaba su abuelo Tomás Rafael.

Su lema es: "Las obras que se crean desde el corazón perduran siempre, del mismo modo que las herramientas que fabricó nuestro abuelo"

A través de sus pinturas y esculturas, demuestran que el don también les acompañó al nacer por lo que ambas exponen y crean.

El amor y el respeto hacia su padre, su tío y su abuelo queda patente en cada pincelada en un lienzo o en cada golpe que dará paso a una escultura.

Nuestras calles, muchos rincones y en casas de algunos afortunados, se encuentran obras de los Ibáñez, un apellido que está ligado a Alicante y al que deberíamos recordar y rendir un tributo parándonos a observar sus trabajos.


 



Joana Sánchez