Me
comprometí con una buena amiga, Marta Améndola a publicar su texto en recuerdo
del artista eldense Pedro
Rico, eso fue anoche. Y ahora, también con la luna en el cielo y cercana la
media noche, sé que tanto ella como él (y todas las personas que mantienen vivo
su recuerdo) me perdonarán. Ahora es el turno de Marta:
MARTA AMÉNDOLA JUNTO A PEDRO RICO |
Cuando
en Marzo de 1956 Pedrito Rico arribaba a Buenos Aires, yo era apenas una niña
de 10 años. Pronto él conquistó al público argentino con su arte, simpatía y
eso tan especial que muchos definen como duende, carisma o ángel.
Allí
comenzaba una historia singular que aun hoy perdura, a pesar que él ya no
está en este plano.
Radio,
televisión, revistas prestigiosas de la época traían hasta mí la presencia
deslumbrante de aquel muchacho encantador al que le habían adjudicado el apodo
de “El Ángel de España”.
Recién
el 21 de Febrero de 1958 lo conocí personalmente y su magia me atrapó por
completo.
Nadie
podía prever que ese deslumbramiento inicial, esa admiración por el ídolo del
momento, se convertiría con los años en algo importante, en un sentimiento
fuerte y duradero que traspasaría todas las barreras.
Muchos
fueron los momentos compartidos, más de una vez revelé los instantes mágicos
que viví a su lado. Este 7 de Septiembre cumpliría 80 años.
¡Cuántos
cumpleaños plenos de alegría, festejos, regalos y cariño, sorpresa de niño en
su rostro ante tantas demostraciones de afecto!
Su
último cumpleaños lo celebramos en Pepito un restaurante a metros de la
Avenida Corrientes y del Teatro Astral. Solíamos ir allí muy a menudo
porque estaba abierto a toda hora.
Fue
un día especial, él, como siempre, lucía espléndido y yo con esa extraña
sensación de no querer separarme como sintiera o presintiera que ese era el
último cumpleaños.
¡Cuánto
daría por retroceder en el tiempo y revivir todos y cada uno de esos momentos!
Quizás
cuando volvamos a encontrarnos me diga que fue feliz sabiendo que su gente
mantuvo vivo su recuerdo.
Gracias
Pedrito por todo lo que me diste.
Marta
Améndola