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13 de abril de 2010

Ego y Ternura


LUCBEPOP


En dos puntos de aquella tierra, estaban dándose dos historias que de tan dispares, parecían provenientes de distintos planetas. Es más, se diría que Bastián estaba caminando por aquel lugar, creando con su imaginación países, dentro del mismo planeta donde los seres que lo habitaban, reían o lloraban por razones de lo más superficiales, por un lado, de lo más profundas y cercanas al corazón humano, por otro.

En la parte donde los corazones latían, las personas se miraban a los ojos y existía la empatía; una mano apretaba con fuerza la de otro ser. Por fortuna, la capacidad de ponerse en el lugar del otro no se había extinguido. Las miradas descifraban códigos. Elementos que tan sólo los seres con la sensibilidad a flor de piel, podían entender.

En el otro lado, existían los egossoy, estos seres se lamentaban mirándose al espejo por las cosas más nimias. Un piropo no recibido se convertía en un drama que podía llevarles una semana de lágrimas, que se recogían en cubos para crear lagos, los cuales poblaban aquella extensión. Había miles.

Mientras tanto, los seres que seguían aferrándose el uno al otro, sonreían ante la adversidad, por eso, allí nunca se lloraba del todo. Y aquel comportamiento se traducía en lluvia. Por ello, cuando caminaban por los senderos secos, llovía cada seis pasos un agua fina, delicada, que apenas les mojaba el rostro, para cesar al minuto.

Los egossoy y los tiernoss no se conocían. Vivían a millones de kilómetros. Aunque algunas veces, cuando ambos se sentían más tristes de lo habitual, se encontraban (sin saberlo) al cerrar los ojos. Y allí, en ese espacio en la imaginación de cada uno, los primeros añoraban la ternura perdida o, tal vez, nunca conocida y se sentían profundamente melancólicos. 

Mientras que los otros, suspiraban al creer que debían pensar más en si mismos para así no pasarlo tan mal... pero rápidamente abrían los ojos y una sonrisa aparecía. Esa era la señal de que debían animarse y se sacudían la lluvia que les había mojado los cabellos durante esos minutos.

Tal vez, estaban predestinados a no encontrarse jamás. Su sentido tendría...

(Influenciada por "La Historia Interminable" de Michael Ende...)


Autora: Joana Sánchez
Ilustración: Lucbebop