Conocí a Nacho en 2005. Me cayó bien desde el minuto uno. Era verano. Un chico rubio, de ojos claros con el pelo recogido en una coleta con aspecto de inglés simpático me esperaba.
Comenzamos a hablar y a caminar. Todos los temas parecían no tener fin. Música, cine... Creo que nos recorrimos Alicante de arriba abajo. Ya éramos amigos. Nuestros pasos nos condujeron al puerto, y de ahí a deshacer el camino, entre más conversación de la buena.
Tenía una sonrisa adorable y una mirada pícara. Me habló y mucho de su hermano Víctor. Era su colega. El mismo con el que ayer mantuve una conversación para pedirle permiso y compartir estas imágenes.
Cuando estás a gusto con una persona, las horas vuelan. Y exprimimos bien aquella tarde. Donde nos tomamos un batido mientras compartíamos confidencias con mucho humor negro. Creo que nos contamos nuestras vidas, o parte de ellas.
Saltábamos de un tema a otro, de una anécdota a otra con ansiedad, como dos cómplices amigos que hace años que no se ven, y un día se reencuentran por una calle por casualidad.
Saltábamos de un tema a otro, de una anécdota a otra con ansiedad, como dos cómplices amigos que hace años que no se ven, y un día se reencuentran por una calle por casualidad.
Él había quedado con unos amigos por la tarde-noche. No quería acudir. Eso me gustó (señal de que estaba a gusto) pero siempre he pensado que a las amistades hay que cuidarlas. Y le convencí de que mejor sería que se fuera; yo me iría a casa hasta un próximo encuentro y asunto resuelto, pero me invitó a ir con él. Ese era Nacho.
Y en un pub, junto a un par de amigos, nos sentamos en un lugar donde sonaba música, ahora no recuerdo cuál. Y no me importa confesarlo, al revés, allí me enamoraron las sonrisas de Nacho, que eran muchas y variadas. Quienes lo conocen y lo recuerdan lo saben. Incluso mejor que yo.
Cayó la madrugada y ninguno quería que el día se acabara. ¿Por qué no llevar la contraria a las leyes del universo? Y continuamos charlando. Si digo que aquello fue especial os miento, fue mejor.
Es sencillo cautivar a alguien con otras cosas, él lo hizo con una personalidad auténtica. La bondad mezclada con una inteligencia y empatía que formaban un cóctel explosivo.
Es sencillo cautivar a alguien con otras cosas, él lo hizo con una personalidad auténtica. La bondad mezclada con una inteligencia y empatía que formaban un cóctel explosivo.