No voy a escribir una reseña sobre esta novela de Amèlie Nothomb porque no la he terminado, y al escoger una imagen de la portada me he quedado noqueada con la lectura de una de ellas.
¿Cómo se puede tan alegremente romper casi literalmente un libro? No me ha poseído una fanática, pero son varios los títulos que he leído de esta belga-nipona y creo que su dominio del lenguaje y su imaginación, a la vez que su capacidad para la crítica en el terreno laboral son sublimes. Ahí están sus libros para leerlos y disfrutar.
No sé si "Ni de Eva ni de Adán" es una novela sobre amor. Creo que es un libro que narra la historia de una belga que regresa al país que la vio nacer y en ese reencuentro aparece un personaje tan peculiar como ella y es de recibo que acaben uniendo sus vidas.
Humor, la diferencia de costumbres, el miedo a amar, la complicidad, un paseo por Japón a través del personaje que no desvelaré, romper moldes, reflexiones divertidas sobre el protocolo amoroso japonés, son unas breves pinceladas para abrir boca.
Por ahora me quedo con estos párrafos:
"Le quería mucho. Y eso no puedes decírselo a tu novio. Lástima. Por mi parte, quererlo mucho significaba mucho. Me hacía feliz. Siempre me alegraba de verlo. Sentía por él amistad y ternura. Cuando no estábamos juntos, lo echaba de menos. Así era la ecuación de mi sentimiento hacia él y aquella historia me parecía maravillosa. Descubrí que mi miedo era infundado. Rinri sólo esperaba de mí que yo le escuchara. ¡Cuánta razón tenía! Escuchar a alguien es lo más. Y yo le escuchaba con fervor."
"Lo que sentía por aquel muchacho no se correspondía con ninguna palabra del francés moderno, pero en japonés el término adecuado era koi. En francés clásico, koi puede traducirse por gusto. Sentía gusto por él. Era mi koibito, aquel con el que compartía el koi: su compañía era de mi gusto"
Y estas historias están unas junto a otras en una biblioteca de Alicante. Esperando a ser descubiertas por un seguidor de la escritora o por alguien que por curiosidad decida elegirla.
A mí, por ahora, me gusta y mucho. Creo que es una de las partes del día que más me agradan, coger el libro y perderme con esta japonesa de adopción que después de muchos años ha vuelto al país que la sedujo para tropezar con un ser en apariencia frío, callado, pero que guarda tantas historias como sentencias cada vez que abre la boca. Las apariencias siempre engañan.
Joana Sánchez