Este blog es un espacio para hablar de cultura, de nuestra provincia, y de vez en cuando se cuela alguna que otra reflexión por parte de los miembros del blog. Porque pensar, cultivar las ideas y compartirlas con educación es sano. Un ejercicio para unir a los seres humanos altamente recomendable.
Me resultaba extraño no redactar ni una sola palabra sobre lo ocurrido hoy en Francia: el atentado en París contra los dibujantes de la revista Charlie Hebdo.
Provocación, sátira, denuncia, burla, exageración..., si pensamos en esos términos aquí en España, acude a nuestra memoria "El Jueves", "La Codorniz", "El Papus" y un largo etcétera.
Este país está poblado de grandes dibujantes. Y nosotros tenemos a la nuestra, a Maribel Iborra que nos regala a Beni y a otros personajes cada semana con sus críticas salpicadas de humor e ingenio.
Ante semejante atrocidad, los lápices hoy han quedado mudos, la imaginación en blanco o en un fundido a negro.
Mi repulsa a lo sucedido, mi afecto a los parisinos, y a todos los que cada día reflejan la realidad a través del humor gráfico. Todo lo demás es una mancha enorme de tinta que impide pensar, por esta razón le doy las gracias especialmente a Mabel por su viñeta.
Pero como la vida no es blanca ni negra, mis dudas estaban ahí, el día que ocurrió esa atrocidad y en conversaciones que mantuve después. Me parecía que el atentado había sido una barbarie pero ni me puse la pegatina "Je suis Charlie" ni simbólicamente ni en ninguna red social.
Preferí pensar, meditar qué ocurría y hoy he tropezado con un artículo de Elena Gómez del Pozuelo que explica con otras palabras lo que siento, sentí y pienso, al menos coincidimos en varios puntos. La libertad de expresión como cualquier acto o comportamiento también tiene límites.
Texto: Joana Sánchez