Mostrando entradas con la etiqueta Monforte del Cid. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Monforte del Cid. Mostrar todas las entradas

2 de agosto de 2011

Monforte del Cid y unas gotas de Orito

Hacía tiempo que no escribía una entrada con excursión incluida. Pero hoy a dos de agosto, en una hora rara en la que no sé si estoy dormida o despierta (es lo que tienen las no siestas) os paso a explicar la última.

Como sabéis, nosotros somos viajeros cercanos. Nuestro aspecto confunde. Ropa deportiva, mochila, zapatillas preparadas para subir la montaña más alta, pero no todo es lo que parece.

Decidimos visitar un lugar próximo y batimos nuestro record: Monforte del Cid y luego Orito. "Siempre nos quedará Orito".

Sé que es obvio y hasta pesado, por infantil, pero no olvidéis poneros la protección solar. Servidora es tan blanca, blanca escocesa -según una dermatóloga- que a pesar de mi precavida acción de embadurnarme con ese ungüento, me quemé.

Al grano. Monforte del Cid, pertenece a la comarca del Medio Vinalopó y no llega a 8.000 habitantes.

Limita con Alicante, Elche, Petrer, Novelda y Agost y su territorio se extiende en la pedanía de Orito. Lugar con encanto, que posee un centro de peregrinación para visitar a San Pascual Bailón. Altamente recomendable.


Si contemplamos sus campos, descubriremos cultivos de uva envasada. De hecho, destaca la colocación del bolso de papel, que protege el racimo, retrasa la maduración y mantiene los elementos naturales del cultivo. A 31 de julio, este pasado domingo Roberto y yo fuimos testigos de semejante paisaje.

Esta característica hizo posible el reconocimiento de la Denominación de Origen "Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó" en 1988.

También destaca la elaboración de Anisados y Licores, de hecho, al entrar al pueblo es lo primero que encuentras en una fachada en letras gigantescas anunciando estas bebidas. También se dedican al mármol.

Nuestra sorpresa fue toparnos con un museo. No porque los lugareños no tengan derecho a uno, sino ¡porque estaba abierto! y era gratis. Se llama Museo de Historia de la Villa Monforte del Cid.

Su guía, muy amable nos mostró las dos plantas de las tres en las que se divide. Tiene un cierto aire al MARQ en su estructura y él nos comentó que muchos visitantes se lo hacían saber.


Está ubicado en una antigua casa del que fue alcalde de la población, Bonifacio Amorós. El museo consta de tres plantas, las cuales abordan: el paso del tiempo, Íberos y romanos.

En la planta baja podemos disfrutar de un audiovisual sobre la historia más reciente de la villa, orígenes de sus fiestas, etc. Además, nos encontramos con la antigua maquinaria del reloj de la iglesia Nuestra Señora de las Nieves.

En la segunda planta-llamativa, os aconsejo visitar este museo- encontraremos un interactivo que nos permitirá conocer la historia de la arqueología monfortina.

Destacamos como piezas importantes: el torso del guerrero, la gran mano íbera, el toro mitrado, los pies de una escultura íbera de hombre y mujer y por supuesto el toro Ibérico de Monforte del Cid, de más de 300 kilos que data entre finales del siglo IV y principios del V a.C.

Sobre él se da lugar a un audiovisual acerca del mundo funerario íbero y su necrópolis. La imagen es espectacular. No sé el nombre del diseñador o diseñadora, pero el resultado es visualmente hermoso e innovador. El toro cobra mil formas y colores.

También cuentan con una mesa interactiva, pero la ley de Murphy quiso que no funcionara cuando lo puso en marcha. Todo lo demás suplió ese pequeño ¿fallo? Supongo que había tanta historia, recuerdos y energía ahí dentro que rechazaba el uso de un ordenador.

Visitamos su iglesia tras despedirnos de nuestro guía y de darle las gracias. Como el sol calentaba de lo lindo las fotografías fueron fugaces. Y las sombras nuestras mejores aliadas. Eso sí, Monforte cuenta con muchos parques y fuentes. Sus fachadas son pintorescas y llenas de color. En algunas ocasiones recuerdan al barrio de Santa Cruz.




Comimos en Orito, lugar del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Pero siempre se descubren nuevas cosas. Esta vez fue un pequeño mirador de piedra y con un soporte de azulejo que recoge el paisaje que tenemos delante.

No hace falta que os vayáis muy lejos para contemplar maravillas. Es un lema que repite mucho mi admirado José María Íñigo, y es cierto como que este artículo se acaba.




Joana Sánchez