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29 de abril de 2011

La boda de Muriel


Desde esta mañana llevo pensando en escribir sobre esta película australiana que marcó mi existencia. Sé que a mucha gente que una película te trastoque la existencia podrá parecer casi una exageración.

Verán, a mí me gusta escribir y hace varios años se me ocurrió comenzar una historia donde una chica tuviera como único objetivo en la vida casarse. Patético. Lo sé. Mi protagonista se dedica a probarse vestidos de novia cuando sale a pasear y finge que se va a casar en breve. 

Un día unos conocidos la descubren y ella ha de inventar la identidad de su flamante novio. Del afortunado.

Dejé aparcada la historia. Y un día estando en casa, pongo la televisión y me tropiezo con esta agridulce comedia australiana. Mi hermano fue testigo de mi sorpresa-estupor, ¡aquella era mi historia! pero alguien más listo, más gracioso, y con dinero la había llevado al cine. La boda de Muriel era su título. 

Hoy ha habido boda. Una boda real. De esas que marcan el siglo o el año (depende de la cadena que la retransmita) Normalmente estos actos, sobre todo, si están relacionados con altas cunas no me gustan, en la de nuestro heredero, recuerdo que me fui a un centro comercial y me compré un vestido negro a buen precio. 

Qué poco amor me parecía ver en ese trámite. Pero la de hoy ha sido distinta. No sé muy bien la razón.


Invitada no estaba. Verla entera hubiera sido demasiado, pero la he seleccionado. Tampoco he sufrido una transformación que haga que estos "cuentos" poco reales me parezcan seductores.


Con la radio de fondo que hablaba de los cinco millones de parados que hemos alcanzado en España, he decidido encender la televisión: he mirado los ojos de esa chica, y del chico que la esperaba en el altar y a mí no acudía la indiferencia, ni la envidia.

Sí, económicamente jamás tendrán problemas (como los tiene Muriel y muchos españolitos) Pero al menos su misión-en principio- no era como la de mi adorada y locuela protagonista: casarse como meta porque su existencia es infeliz. 


Hecho que luego cambiará dentro de la cabecita de esta romántica, enamorada de la música de Abba.

Creo que muchas mujeres pasamos por varias etapas.