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3 de diciembre de 2014

Pastora Soler, el pánico y la curación.











Le he dado mil vueltas a la idea de escribir o no este artículo. 


Reconozco que me gusta su forma de cantar, y busqué información sobre qué le había sucedido. "Angustia, impotencia, corazón roto... recuperar la confianza", esas palabras, presentes en su comunicado, calaron en mí. 

Pero lo que finalmente me ha empujado a escribir es ver cómo una persona compartió un artículo en Twitter que escribí en 2011 sobre la agorafobia que sufrí hace varios años. Su título: "Agora sí" 

Esta chica hacía alusión a que quizás podía ser de ayuda en 2014. No lo sé.

En 2014 puedo decir que los males que nacen de la mente son dolorosos, y pueden llegar a anular a una persona, y a la vez, cuando llega ese momento en el que comienzas a ver la luz te sientes como el Ave Fénix: fuerte, feliz, como si de repente todo tuviera sentido. El sufrimiento tenía un fin pero el camino es duro, no lo voy a negar.





¿Cómo explicar qué es el pánico? Muchos profesionales tienen su versión y sus herramientas para que la persona salga adelante, pero hasta que das con el adecuado, con el que conecta contigo, te sientes como un extraterrestre.

Es una sensación que sólo quien la ha padecido puede llegar a entender, así de sencillo.

Autoestima. Puede llegar a desaparecer. Si una no es capaz de hacer lo mismo que los demás sin saber la razón puede llegar a creer que no es valiente, que es diferente, cuando lo único que nos diferencia es la gran valentía precisamente que poseemos al ser capaces de afrontar un ataque de pánico: similar a creer que vas a morir. 

Pero no te mueres... :) 

Las personas que son (somos) perfeccionistas y exigentes tenemos tendencia a sufrir estos episodios a  lo largo de la vida, pero esto no nos convierte en débiles ¡al revés! además, el pánico se puede superar con ayuda. No importa el tiempo que lleves en la lucha.

No se me olvidará cuando ya había superado la etapa más difícil y apareció una chica más joven que yo temblando como una hoja en la puerta de la consulta de mi médica. Sus padres le habían traído hasta la consulta en coche pero ahora debía estar sola hasta hablar con la psicóloga. 

Al final no pudo reprimir las lágrimas porque estaba muy tensa. Era muy guapa y me inspiró mucha ternura. Recuerdo que le dije que aquello se le pasaría. Me miró con incredulidad, y sin dejar de temblar me preguntó con la mirada cómo lo sabía...

Le conté que hacía unos meses yo me había sentido igual y ahora estaba ahí, sola, esperando que llegara la doctora ¿quería una prueba mejor que ésa? Y entonces sonrió. Se calmó.

Desde ese día me prometí ayudar, por supuesto no de una manera profesional, a cualquier ser humano que se cruzara en mi vida con el alma frágil pero fuerte como una roca a la vez. ¿Cómo? Con palabras. 

Me da igual que sea una cantante conocida o la chica de Twitter, el caso es que este asunto se cura. El pánico desaparece y sin varitas mágicas, tiene que nacer de uno que esto suceda, es difícil, te deja sin fuerzas el intentarlo pero a la larga lo logras, y cuando llega ese momento, habrá comenzado la cuenta atrás hasta sentirte de nuevo libre.

Se puede y se debe salir de esa espiral. 


Joana Sánchez