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12 de junio de 2010

De Tirisiti,Alcoy y Lolo



Esta historia comienza el día de año nuevo. Nos situamos en Alcoy (Alicante) Las calles están llenas de gentes abrigadas y sonrientes ¡debemos ser muy blandos o nuestros abrigos no cumplen su misión! 

Ese día se cumple con una tradición: Todos los niños y mayores acuden a ver la función del Tirisiti. Nosotros no íbamos a ser menos. Era nuestro bautismo como alcoianos de adopción aquel fin de semana. Algo perdidos buscamos un lugar donde comer a buen precio-la crisis no respeta fiestas entrañables ni Tirisitis pícaros- sin conocer muy bien el lugar fuimos a topar con el único restaurante abierto por la zona del Teatro.

El lugar se llamaba "Lolo" el nombre nos resultó simpático. No íbamos a comer de menú sólo queríamos tomar algo antes de ver la función, así que nos quedamos frente a la barra en una mesa desde donde se veía entrar y salir a mucha clientela de los salones del interior. 

Aquel restaurante debía ser muy popular. La decoración muy chic y sencilla ¿se puede? Se puede. Con tonalidades cálidas y un ambiente minimalista (al menos en la entrada)

Se acercó un señor con una respetable calva y una sonrisa amable. No sabíamos que era el dueño. Había un anuncio sobre la barra del lanzamiento de un libro. Al mirar con detenimiento resultó que el escritor era el mismo caballero que nos había preguntado por las viandas ligeras. "Un tipo sencillo",pensamos.

Al instante aparecieron nuestros platos. ¡Sólo habíamos pedido un tentempié y parecía que el mismísimo Ferrán Adriá hubiera realizado la presentación! Miré mi plato y no quería comerlo. Luego lo hice y me alegré de mi decisión aunque para ello destrozara con mis mordisquitos aquella obra de arte culinaria.

 No. No se trataba de una comida desestructurada ¡allí todo estaba en su sitio! Disfrutamos de la comida, el precio fue asequible y nos despedimos de nuestro nuevo ídolo.

Al doblar la calle nos encontramos con su libro en una librería pequeña. Los fondos irían destinados a unas monjas, rezaba un añadido en la portada. Buen restaurante, mejor servicio y generoso. Lolo se ha convertido en parte de una tradición: Visitar al descarado Tirisiti y comer con el simpático Lolol. 

Las ganas de hablar con el susodicho se quedaron en el aire y la sorpresa fue agradable al encontrar a la semana siguiente la promoción de su libro en el periódico.

No es una crítica culinaria al uso. Es tan sólo una recomendación de personas sencillas para lectores que gusten de disfrutar comiendo si un día pasan por Alcoy, no es necesario que sea uno de enero.  Lo que está claro es que no hay que mirar el New York Times para descubrir un buen cocinero. Lo tenemos ahí al lado.Bon profit!

Joana Sánchez