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26 de diciembre de 2015

Un centro comercial, un pastor evangelista y una de churros


Salí de casa con la intención de no volver, justo el día de Nochebuena. No había sucedido nada de particular, a veces, dan ganas de salir a dar una vuelta y que se prolongue un día. 

Sin rumbo, tras un breve paseo, realicé una llamada y quedé con un amigo, al menos el día de Navidad sí tendría un significado: felicidad de la mía, no de la que dicta el calendario.

Me perdí entre los pasillos de un centro comercial. Caras largas cargadas de paquetes, dependientes con un semblante serio y con un mensaje en la frente: "Me quiero ir a casa". Lo normal.

Pero como siempre, las sonrisas atraen sonrisas, y me planté una en la cara antes de entrar a una tienda y recibí la mejor de una chica que me dio un discurso sobre las tallas y lo mal que lo pasaba alguna gente para encontrar algo que le favoreciera. Sólo le había preguntado por un pantalón.

La miraba con ternura mientras sorteaba los pasillos de la tienda como si estuviéramos en mitad de un laberinto de ropa imposible que ni ella ni yo pondríamos jamás.

"Color, hay que meter el color en nuestras vidas", me dijo. "Estoy de acuerdo, es lo que busco". No hubo suerte, pero las dos nos felicitamos las fiestas (o algo así) y seguí con mi misión. A veces, una no es consciente de la realidad al cien por cien, sobre todo cuando no ha dormido. Y esa sensación te hace flotar y relativizar las cosas.


Creo que me tropecé con diez chicos jovencitos que con caras entre pícaras y de una hombría que no les había visitado sujetaban bolsas con lemas femeninos. ¿Regalitos para sus chicas? ¡Seguro!

Mi adquisición fue un pintalabios rojo. 

Cuando consulté el reloj comprendí que era mejor deshacer los pasos y acercarme a la parada de autobús. No hacía frío. No parecía el mes de diciembre. Sólo llevaba una cazadora (imitación al cuero) y pasé por al lado de un puesto de churros que no encajaba con esa temperatura primaveral. 

Perdí el autobús. Lo perdí por contestar al teléfono, porque no pasó a la hora de siempre, y porque en el fondo, lo tenía que perder. Me dirigí a una parada de taxis, no había ninguno. Bien, tranquila. Volví a la parada, una chica que trabaja en una tienda a la que he ido alguna vez, sólo acertó a decir:

"Aquí había una pareja y han subido en un autobús, yo no tengo ni idea, nunca los cojo, ahora vienen a por mí"

La miré. Ella sabía que no tenía cambio, que las tiendas habían cerrado y no fue capaz de decirme: "mi chico y yo te acercamos a otra parada". 

Suspiré, "el espíritu navideño debe ser un invento". Para no engañar, ni siquiera pensé en que me pudieran llevar a ningún lado, su mirada lo decía todo: "Me importa bien poco lo que te pase"

Intenté cambiar mi billete. Misión imposible. El centro comercial cerró, el chico del puesto de los churros, me dijo que acababa de cambiar a una chica y me mostró lo que había en la caja... 




La culpa era mía: ¿A quién se le ocurre "escapar" ese día y luego querer volver? 

Los centros comerciales son lugares extraños, llenos de luz y color en mitad, normalmente, de la nada. Pero allí, entre la oscuridad, había un chico bien vestido que no paraba de mirar a la puerta. Le pedí cambio. Pero no tenía aunque sí una buena frase:

-Soy cristiano y tú no tienes con quién volver a tu casa, ¿cómo te voy a dejar aquí? Te vienes conmigo en cuanto salga mi novia.

¡Y me puse a llorar! El chico era gitano, y tenía unos ojos verdes que se le salían. Nos contamos nuestras vidas en ese rato de espera. Pinceladas, un trailer. 

- ¿Cómo te podré devolver el favor?, le pregunté.

- ¿Tú crees en Dios? Bueno, no hace falta, pásate por mi iglesia, soy pastor evangelista.

Me reí. Y me sequé las lágrimas. ¡A esa iglesia habíamos intentado ir una persona y yo durante años! Y ahora era invitada con honores, por un chaval que como buen cristiano, y sin conocerme de nada, me llevaría a casa. 

- Todos sufrimos, lo pasamos mal, pero hay que seguir, ¿crees en las señales?

A esas alturas yo creía que Woody Allen estaba tomando notas en un rincón para grabar un corto urbano surrealista.

Su mujer tardaba en salir. Y su primo se unió a la conversación. Ambos eran jóvenes y con unas vidas difíciles, pero no les entraba en la cabeza dejarme allí; a ver, una es adulta, podía haberme ido andando sin mediar palabra, hasta mi casa: ¡Qué osadía! No me lo permitieron. 

Cuando ya me había hecho a la idea de acudir, no sé muy bien qué día a la Iglesia, me tocaron el hombro, era el chico del puesto de los churros...

- ¿En qué dirección vas?, me sabe mal... igual te puedo acercar.

Un pastor, un centro comercial, un churrero con buen corazón y nochebuena. 

La cuestión es que le venía bien y opté por irme con él, al fin y al cabo, el pastor jovencito (Antonio) esperaba a su mujer, y creo que ya me había ayudado bastante con la conversación. El churrero, Pedro, puro nervio, me contó que eran buena gente.

El conductor, el más joven de los dos, el día anterior le había pedido un churro, aunque no llevaba dinero, y ese mismo día se lo había pagado. 

"Son buenos, quizás muy insistentes con el tema de la religión"

"No, no hay problema...", le dije mientras seguía su ritmo. No sabía nada de él, a mí me inspiraba confianza y le seguía muy tranquila, una vez dentro del vehículo le di las gracias. Le confesé que tenía carnet pero me faltaba lo más importante: un coche.

Sonrió.

Hablamos del puesto, de que el negocio de los churros iba unido a las hamburguesas, y que su puesto había sido testigo de muchos conciertos de cantantes conocidos en nuestro país. 

- ¿Te espera tu familia para cenar, no?, le pregunté...

- ¿A mí?, y dejó de mirar al frente...., a mí no me espera nadie. Mi padre murió hace diez años, mi hermano hace tres y mi cuñado hace uno... ¿crees que mi madre tiene ganas de celebrar algo esta noche? Ahora me haré un bocadillo y a seguir viviendo. Estas fiestas son malas. Algunos no lo comprenden. Familia, familia... ¿y si no la tienes?

Me arrepentí de haberle preguntado, pero al instante estaba sonriendo y comentándome que el puesto estaría allí hasta el 6 de enero y algo sobre un concierto de Alejandro Sanz y una lluvia a cántaros.

Como un rayo llegó a mi calle, y le di dos besos. No se me ocurrió desearle felices fiestas y sí le di las gracias dos o tres veces.



- Voy a San Vicente, me pillaba de paso ¿qué tienes que agradecer?

Cuando llegué a mi casa no había cena. La primera vez en mi vida. Pero me sentí muy feliz. Consulté el teléfono y tenía felicitaciones de todo tipo, lo dejé a un lado y les di un beso a quienes me esperaban. 

El ruido de los salvajes con la música y los golpes continuaba intacto. 

Les conté mi historia y les di dos detalles que había comprado para ellos. 

Creo que ha sido la mejor nochebuena de mi vida. Tropezar con gente buena. Gente buena que se porta bien sin esperar nada a cambio.

Ayer, día de Navidad, un amigo me dijo que le asombraba mi falta de confianza, otra amiga me soltó el mismo discurso que consistía en: "Haberme llamado" Les dije que les quería mucho pero que no se me ocurrió llamar a nadie. No tenía ganas de molestar. Además, si lo hubiera hecho, me habría perdido esa experiencia. 

Ahora tengo que pasarme por esa iglesia, aunque sea para saludar y comprar una docena de churros.

Por cierto, mientras daba un paseo por la playa anoche, le confesé a otro amigo algo de lo que no había sido consciente... entre los recovecos de mi monedero llevaba varias monedas, que quizás hubieran podido pagar ese taxi.

- Quizás, no las quisiste ver...

- Quizás, sonreí


Joana Sánchez

5 de mayo de 2015

Jesús Hermida, el hombre que no pisó la luna pero nos lo contó




Jesús Hermida Pineda ha muerto. El gran comunicador. El de la dicción perfecta. El hombre que contaba historias. Ha sido a los 77 años. 

Con él se ha ido una forma de hacer periodismo personal. El corresponsal en Nueva York, el elegido para narrar la llegada del hombre a la Luna.

El hijo de pescadores que en Estados Unidos representaría la figura de hombre hecho a sí mismo. Radio y televisión. Sus dos segundos hogares. El hombre sencillo, se convirtió en un referente, era imitado por los humoristas de la década de los 90 como Martes y 13;y sus pausas, así como sus gestos llamaban la atención al espectador.

En sus programas no había gritos, ni espacio para personas que no eran del gremio. Él era periodista y un excelente comunicador. El magnetismo se tiene o no. A la cámara no le cae bien todo el mundo. Se rodeó de mujeres, algunas con más fortuna que otra en su carrera periodística.


Pero Hermida podía con todo tipo de formatos: entrevistas, informativos, locutor de radio...

Hace unos años fue la imagen de una aventura llamada "Escuela de Presentadores de Jesús Hermida". Y me presenté. Grabé un vídeo casero y entré en el programa. Todo desde nuestras casas, a través de Internet. Cada vez que él intervenía y escribía me costaba dejar mi opinión. Pero lo hacía. Sabía que era una oportunidad que no se volvería a repetir.

Cada semana, elegían a unos cuantos y se marchaban a Madrid a pasar una prueba. Mi vídeo gustaba, así me lo hicieron saber, pero fallaba en algo, en la cuestión monetaria. Por esta razón jamás me reuní con mis compañeros que no entendían nada. 

Un día, recuerdo que era la hora de la comida recibí una llamada, era de la Escuela.

Esta fue la conversación:

- ¿Diga?

- Hola, soy L. de Tracor y te llamaba porque me veo en una especie de obligación de corte humano podríamos decir...

(Yo permanezco callada y algo alucinada)

- Verás, ayer habló conmigo Jesús y me dijo (tú ya sabes cómo habla él) "esta chica tiene algo que contar, es distinta, vosotros veréis lo que hacéis..." pues eso, yo anoche, estuve venga que darle vueltas a la cabeza a su comentario porque se ha visto tus dos vídeos, y se lee todo lo que escribes y considero justo que lo sepas...

- Perdona, ¿me estás hablando de Jesús Hermida?

- Sí, - se ríe- claro... ya sabes cómo es y tras tanto insistir he creído que era ético que te llamara. No estás preseleccionada pero eso no significa nada... queda una segunda parte, tampoco quiere decir que vayas a entrar pero bueno, la web la vamos a mantener y si quieres seguir escribiendo. Sólo quería que supieras que se te lee...


Esa fue, más o menos, la conversación. Apenas dije nada y no sé ni cómo le pedí el correo electrónico de Jesús Hermida para darle las gracias. Tardé dos días en escribirle, lo hice y me contestó a la semana, fue escueto:

"Querida Joana:

Creo que lo que escribes tiene un gran valor y el email me ha parecido interesante. Te deseo suerte en lo que emprendas"

Jesús Hermida


Así que hoy, me quito el sombrero ante él, como profesional, por pertenecer a una generación donde hacer periodismo era sinónimo de seriedad y saber hacer, y le vuelvo a repetir su palabra favorita: gracias.



Joana Sánchez González


9 de diciembre de 2011

Novelda II.

Hace no mucho hablamos sobre esta localidad alicantina. Tan grata fue la visita que decidimos volver, pero esta vez para conocer su santuario por dentro y también sus calles.

Resultó llamativo el frío que invadía el lugar. En nuestra última excursión tuvimos que deshacernos de las prendas de invierno, como si el caprichoso verano hubiera regresado. Esta vez no fue así y bien abrigados, nos mezclamos con un grupo de visitantes intrépidos. Penetramos en el Santuario de Santa María Magdalena, obra como ya sabéis de José Sala, inspirada en el trabajo de Gaudí.




Lo más llamativo fue comprobar lo pequeño que resulta su interior. Por fuera, su majestuosa fachada, sacada de un bello sueño modernista, hace presagiar un interior con el mismo toque fascinante. Sin menospreciar su encanto, lo cierto es que apenas había espacio para movernos, cuando allí éramos unas treinta personas. Sobre todo a la hora de inmortalizar cada rincón con las cámaras. 


Aunque la vista pronto queda atrapada por sus paredes donde reposan frescos místicos. Aquí va una prueba.


LLAMÓ NUESTRA ATENCIÓN EL ÓRGANO QUE EN 2010 ESTABA PREVISTO SE INCORPORARA AL MOBILIARIO. OBRA DEL ARTISTA IVÁN LARREA (UN INNOVADOR ORGANERO)




EL ÓRGANO


MAQUETA DEL ÓRGANO FOTOGRAFIADA POR ROBERTO MUÑOZ
Resulta interesante el siguiente artículo publicado en el diario Información, donde recoge las dificultades de instalar semejante obra, propia de las construcciones egipcias. Tanto por sus dimensiones, como por sus materiales. El toque humorístico del periodista Pérez Gil, es de agradecer. "Obra "faraónica" en el Santuario de Novelda para instalar el órgano más grande del mundo"

Pero además del peculiar instrumento, una imagen cobra protagonismo en el altar. Se trata de un cuadro atribuido a Gastón Castelló. Artista alicantino que destacó en el área del dibujo, la pintura y el grabado. Sin olvidar su contribución al mundo de la Hoguera como constructor. 





Ya fallecido, en Alicante se le rinde homenaje con una escultura situada en la plaza del Mercado Central, donde se ha convertido en una tradición hacerse una fotografía junto al artista, el cual descansa sentado en un banco.


Al comprobar que hablar de Novelda  necesita de más tiempo y espacio, creo que en el próximo capítulo charlaremos del pueblo, de sus monumentos, de la estatua a Jorge Juan y más detalles que capturamos con la cámara y con nuestras retinas.

La provincia de Alicante tiene mucho que contar y por descubrir. Hasta nuestra próxima escapada. El frío no nos detiene a mi novio y a mí.


Archivo:Novelda-Mapa del Medio Vinalopó.svg

Texto: Joana Sánchez
Fotografías: Roberto Muñoz



 

2 de agosto de 2011

Monforte del Cid y unas gotas de Orito

Hacía tiempo que no escribía una entrada con excursión incluida. Pero hoy a dos de agosto, en una hora rara en la que no sé si estoy dormida o despierta (es lo que tienen las no siestas) os paso a explicar la última.

Como sabéis, nosotros somos viajeros cercanos. Nuestro aspecto confunde. Ropa deportiva, mochila, zapatillas preparadas para subir la montaña más alta, pero no todo es lo que parece.

Decidimos visitar un lugar próximo y batimos nuestro record: Monforte del Cid y luego Orito. "Siempre nos quedará Orito".

Sé que es obvio y hasta pesado, por infantil, pero no olvidéis poneros la protección solar. Servidora es tan blanca, blanca escocesa -según una dermatóloga- que a pesar de mi precavida acción de embadurnarme con ese ungüento, me quemé.

Al grano. Monforte del Cid, pertenece a la comarca del Medio Vinalopó y no llega a 8.000 habitantes.

Limita con Alicante, Elche, Petrer, Novelda y Agost y su territorio se extiende en la pedanía de Orito. Lugar con encanto, que posee un centro de peregrinación para visitar a San Pascual Bailón. Altamente recomendable.


Si contemplamos sus campos, descubriremos cultivos de uva envasada. De hecho, destaca la colocación del bolso de papel, que protege el racimo, retrasa la maduración y mantiene los elementos naturales del cultivo. A 31 de julio, este pasado domingo Roberto y yo fuimos testigos de semejante paisaje.

Esta característica hizo posible el reconocimiento de la Denominación de Origen "Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó" en 1988.

También destaca la elaboración de Anisados y Licores, de hecho, al entrar al pueblo es lo primero que encuentras en una fachada en letras gigantescas anunciando estas bebidas. También se dedican al mármol.

Nuestra sorpresa fue toparnos con un museo. No porque los lugareños no tengan derecho a uno, sino ¡porque estaba abierto! y era gratis. Se llama Museo de Historia de la Villa Monforte del Cid.

Su guía, muy amable nos mostró las dos plantas de las tres en las que se divide. Tiene un cierto aire al MARQ en su estructura y él nos comentó que muchos visitantes se lo hacían saber.


Está ubicado en una antigua casa del que fue alcalde de la población, Bonifacio Amorós. El museo consta de tres plantas, las cuales abordan: el paso del tiempo, Íberos y romanos.

En la planta baja podemos disfrutar de un audiovisual sobre la historia más reciente de la villa, orígenes de sus fiestas, etc. Además, nos encontramos con la antigua maquinaria del reloj de la iglesia Nuestra Señora de las Nieves.

En la segunda planta-llamativa, os aconsejo visitar este museo- encontraremos un interactivo que nos permitirá conocer la historia de la arqueología monfortina.

Destacamos como piezas importantes: el torso del guerrero, la gran mano íbera, el toro mitrado, los pies de una escultura íbera de hombre y mujer y por supuesto el toro Ibérico de Monforte del Cid, de más de 300 kilos que data entre finales del siglo IV y principios del V a.C.

Sobre él se da lugar a un audiovisual acerca del mundo funerario íbero y su necrópolis. La imagen es espectacular. No sé el nombre del diseñador o diseñadora, pero el resultado es visualmente hermoso e innovador. El toro cobra mil formas y colores.

También cuentan con una mesa interactiva, pero la ley de Murphy quiso que no funcionara cuando lo puso en marcha. Todo lo demás suplió ese pequeño ¿fallo? Supongo que había tanta historia, recuerdos y energía ahí dentro que rechazaba el uso de un ordenador.

Visitamos su iglesia tras despedirnos de nuestro guía y de darle las gracias. Como el sol calentaba de lo lindo las fotografías fueron fugaces. Y las sombras nuestras mejores aliadas. Eso sí, Monforte cuenta con muchos parques y fuentes. Sus fachadas son pintorescas y llenas de color. En algunas ocasiones recuerdan al barrio de Santa Cruz.




Comimos en Orito, lugar del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Pero siempre se descubren nuevas cosas. Esta vez fue un pequeño mirador de piedra y con un soporte de azulejo que recoge el paisaje que tenemos delante.

No hace falta que os vayáis muy lejos para contemplar maravillas. Es un lema que repite mucho mi admirado José María Íñigo, y es cierto como que este artículo se acaba.




Joana Sánchez